He notado que no puedo escribir si estoy muy feliz o inmensamente triste.
Sólo consigo algo en los estados intermedios de felicidad o tristeza.
Desconocía esta proporcionalidad y no deja de sorprenderme ya que, según algunos, el escribir es algo así como una terapia, un desahogo. Y aunque papel-y-boli no te va a dar una palmadita en la espalda que haga que te sientas mejor, analizar y desmembrar el dolor o la alegría puede ser de ayuda. Sobre todo con el primero porque la felicidad no es necesario analizarla. Se siente y ya. No se necesita nada más. Pero la pena...A veces, llegar hasta su causa, vaciarnos hace que podamos volver a reconstruirnos. Volcar todo la frustración, la furia, la rabia, la congoja, la angustia, el miedo, el dolor... en un papel es como descargar un saco pesado que te hace ir luego más liviano. Pero parece ser que esto no funciona así. Al menos, no para mí.
Así que mi conclusión es algo así como que existe una relación de inversa proporcionalidad entre la inmensa felicidad/tristeza y la escritura; así que aquellos que escriben ni están del todo felices ni del todo tristes sino que viven en un estado intermedio.
El árbol de mango no requiere de riego y rechaza los incendios; una plantación de mangos difícilmente podría quemarse durante la época de sequía. Es un árbol agresivo con otras especies para ocupar un espacio determinado.Su época de cosecha presenta un "pico" en el mes de mayo en las latitudes subecuatoriales del hemisferio norte ya que en este mes es cuando se inician las lluvias en estas latitudes, por lo que toda la maduración de los frutos se produce en los meses de mayor sequía.