sábado, 8 de diciembre de 2012

ENGAÑOS O INOCENCIAS

Me siento estafada.

Sí, así es exactamente como me siento: estafada.

Hace unos años atrás, cuando me decían que lo importante era el esfuerzo, yo lo creí. Y me esforcé, de verdad que sí. Para mejorar, para conseguir mis sueños, para no ser como mis padres, como mis abuelos, para poder vivir de la forma que yo decidiera, para poder convertir mi vocación en mi forma de vida...Estudié, estudié. Nunca era suficiente. Todos los sacrificios me parecían pocos porque el premio final era el sumum de todos mis deseos y valía cualquier cosa.

Entre medias, también me contaron que era importante formarse de otra manera: cogiendo experiencia, viviendo de cerca las distintas realidades, participando activamente en ellas de forma gratuita para el bolsillo pero no para forjar el espíritu que me iba a ser necesario. También lo creí y me empeñé en que así fuera.

Creo que por esta época también empezó a rumorearse que, a parte de nuestra formación académica formal y reglada, era necesario complementarla con todos aquellos cursos y conferencias generales o específicos que salieran a la luz. Fueron muchos (tantos como setas) parecían surgir por cualquier lado, de cualquier tema, organizados de cualquier manera o incluso hasta improvisados. También me dí a la tarea, como era mi deber.

Cuando se acabó todo aquello que yo había creído necesario (con algo de ayuda lo había creído) me contaron que aún no era suficiente, que lo último de los último era hacer un máster, gastarse algo más de cuartos por la buena causa. Un año más.

Luego el silencio.

Nadie decía ya nada. O al menos yo no los oía. Se habían terminado las indicaciones, los consejos. Ya no estaba segura de cómo seguir adelante, de cuál era el camino a escoger (cuando siempre lo había tenido tan claro y marcado).

No paraba de preguntarme: "¿Y ahora qué?".

Al principio lo hacía con cierta tranquilidad. Aún era pronto. No pasaba nada. Quedaba lo mejor por llegar. Aún  todo por delante. E iba a ser bueno, brillante, triunfal. Porque me había esforzado mucho, porque había hecho todo lo que habían ido mandando. Porque, al fin y al cabo, creía en ello.

Han pasado algo más de 10 años y todavía me sigo preguntando: "¿Y ahora qué?".

Nada de lo que pensaba que iba a pasar, de lo que soñaba se ha cumplido todavía. Ya ha pasado el tiempo de la intranquilidad. Ahora creo que sólo queda la costumbre enviciada de la pregunta. Ya no busco respuestas ni por qués. Es así y ya está. LLevarlo lo mejor posible. ¿Es mi culpa?¿Fue la de otros?. No importa ya. El camino está hecho y tal vez, si pienso que el destino existe, es como tenía que ser. A pesar de todo.

Hoy abro los ojos. Un día más, como cualquier otro.

Me ahogo, como casi siempre últimamente. Lo único que quiero es echar a correr y no parar. Supongo que al final lo acabaré haciendo. Correr, correr. Hasta que toda la rabia, toda la intranquilidad, toda la desorganización que me invade sea expulsada a través del sudor.Y yo pueda volver a la calma.

Parece ser que querer irte de tu país es visto como una aventura, como un afán de conocer mundo, como algo positivo por nuestros políticos.

¿Qué debo pensar? ¿Que nos abren la puerta?¿Que quieren que nos vayamos?¿Que nos echan?

No vale trabajar. Trabajas y no llegas. Trabajas en cualquier cosa porque lo único que quieres y que aceptas ya como bueno es poder llegar a fin de mes (tu vocación pasa a ser un hobby al que echarle horas en tu tiempo libre). Y ni aún así llegas. Y no dejas de escuchar que no haces lo suficiente, que too esto es culpa tuya, que tienes que pagar aún más y cobrar aún menos... Confusión total. Bloqueo absoluto. Un techo de cristal sobre tu cabeza empieza a pesar demasiado, a hacer demasiado daño.

La picaresca se apodera de todo.
¿De dónde eres? - "Del país de los ladrones". Me apetece responder. Seguro que todo el mundo identifica el nombre sin pensar demasiado.

El esfuerzo y la constancia y el trabajo son utopías. Valores degradados.

La conclusión es que aquí sólo se premia a los ladrones, a los estafadores, a los jetas, a los buenos oradores, a los mentirosos, a los hipócritas, a los pícaros....

Antes de que me alcance esto, antes de que todo se desmorone por completo prefiero huir. Sí. Tal vez sea cobarde pero prefiero correr y huir y ser cobarde.

¿Y después qué?. Lo que sea. Ya no me importa. Sólo no quiero estar aquí, ser parte de la destrucción de todo lo que conozco, en lo que llevo viviendo estos 30 años. No quiero colaborar más en este vodevil.