jueves, 29 de agosto de 2013

AL DESNUDO (O AL DESCUBIERTO)

Llevo años tratando que no se note demasiado mi mediocridad, disfrazándola de muchas otras cosas. Lo malo es que llevo años siendo consciente de ella y tratando de "engañarme" a medias a mí misma: yo lo sé pero si los demás no se dan cuenta puede haber alguna que otra esperanza. A la larga, esto es del tipo de cosas que acaban por notarse. Tal vez la gente se sienta engañada y, al final, acabo diluyéndome en sus vidas, como algo que estaba de paso, sin dejar mucha huella.

Al principio tenía esperanzas. Otro mundo es posible, decían. Y yo, con la inocencia de los primeros años, lo aplicaba también a mí misma. Más tarde me dí cuenta de que contra eso no se puede luchar, está - por decirlo de alguna manera - como "establecido". Yo tenía que estar en el camino de los perdedores. No tardé en darme cuenta. A veces, algo hacía variar esta dirección mínimamente y me da daba ciertas esperanzas de redención. Luego, sin más, todo volvía a su cauce normal.

LLegó un momento en que tuve que cambiar de estrategia. Luchar a contra corriente no tenía sentido. De ahí, mi gusto a los disfraces.