viernes, 12 de diciembre de 2014

CARTA AL EXCMO. MINISTRO DEL INTERIOR JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ

                                                         Desde algún rincón del mundo a 11 de diciembre de 2014


Esta mañana he tenido que mojar en la leche de mi desayuno (y aún así me he atragantado igual) las declaraciones que ha hecho usted, Sr. Jorge Fernández Díaz, Ministro del Interior del Reino de España.

Ha considerado oportuno contestar a las críticas que, desde hace semanas, meses, han vertido sobre usted y su Gobierno las instituciones más variopintas (incluida, por una vez, la Europea), ONGs, Iglesia Católica, etc. Le hacen saber que las denominadas "devoluciones en caliente" son ilegales (como si ustedes no lo supieran ya), que atentan contra los derechos fundamentales al no garantizar la protección de los migrantes y contravenir el Convenio Europeo de Derechos Humanos y la Convención de los Refugiados de 1951, que España (¡se siente!) ratificó al inicio de su democracia.
Incluso el Procolo nº 4 del Convenio Europeo prohíbe de forma expresa estas devoluciones automáticas y colectivas; ya que, al hacerse de manera indiscriminada y express, no permiten en modo alguno evaluar las necesidades de protección que puedan tener los "expulsados calientes" de forma individual;  tales como susceptibles solicitantes de asilo, menores no acompañados, alegato por razones humanitarias...Nada es tenido en cuenta. Son considerados "una ingente masa negra" y así se les trata. Nunca como individuos.

Como ve, Señor Ministro, no me dejo llevar por la compasión hacia esas "pobres personas", como usted las llama, ni por un exceso de sensiblería barata sino por las leyes. No es mi opinión personal (que me reservo como aún sigue siendo mi derecho) sino la pura y dura legalidad a la que me acojo.

Sus declaraciones de hoy son la respuesta típica con la que se zanjaría, en cualquier bar de cualquier barrio, la cuestión migratoria: "pues mételos tú en tu casa, no te jode".
Pero no me parece propio de su persona, ni mucho menos de su cargo, decir que "si me facilitan una dirección donde a esa pobre gente se le vaya a dar una manutención y un trabajo, se los envío para allá".
No son cachorrillos con los que nadie sabe qué hacer cuando crecen y empiezan a representar un problema y una responsabilidad ¿sabe?.

Me pregunto si no será que en verdad es usted un ser humano sensible y verdaderamente preocupado por sus prójimos del Sub-Sáhara al que todos hemos malinterpretado hoy.
No me queda clara su postura ante la migración.

No sé si usted lo ve, al igual que el partido ecologista en Suiza, como un "problema medioambiental producido por la superpoblación". Tal vez le dé esa sensación por la imagen de "hordas" y "avalanchas" de inmigrantes africanos que se empeñan con desesperación en pisar suelo español. Es cierto que los medios de comunicación no ayudan. Siempre tan alarmistas. Tal vez piense que van a acabar con nuestro Estado de Bienestar (no se preocupe, que para esta misión ya tenemos al enemigo en casa) o con lo que queda de él, con nuestros recursos, con nuestro medioambiente o con nuestro turismo.

O quizá usted se plantee la migración como una simple cuestión de espacio físico; algo así como "no es que no queramos que entren, es que aquí ya no coge ni un alfiler".

Bien...Voy a permitirme el lujo de comentarle a su Excelencia lo que he estado investigando y reflexionando desde mi posición de Nadie, como diría Eduardo Galeano (prolífico escritor uruguayo que siempre tiene la palabra justa).
Puede parecer un atrevimiento por mi parte pero he pensado que no le vendría mal tener otro punto de vista.

Mire...si usted insiste (o le insisten, no vayamos a quitarles el mérito tampoco) en la creencia de la "superpoblación migrante que amenaza nuestro eco-sistema español", quédese tranquilo.
A pesar de que a ustedes, desde sus altaneras alturas, les representen muchos (no, mejor dicho, demasiados) y así nos insisten por activa, pasiva y apoyo de los media, los africanos que entran en España saltando vallas o "navegando" en pateras suponen el 1% del total de las entradas en nuestro Reino.
Basándose en los datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), la RED STOP RUMORES ha elaborado una ilustración muy gráfica y visual de lo que le estoy contando.
Parece ser que la "puerta de entrada" preferida son los aeropuertos, bien controlados, y con todos los papeles en regla. No quiero darle ideas con esto, Señor Ministro. Sólo me ciño a los datos estadísticos, que son los que son. Matemática pura. No me vaya usted a acusar de sensiblería ni de chantajista emocional si apelo a otras cosas.

 El otro planteamiento que habíamos comentado era, si mal no recuerdo, el del "lleno total". "A rebosar estamos"- que diría alguien.
Tampoco se preocupe por esto, Señor Fernández: hay sitio de sobra.
Cuestión de estadísticas y matemáticas, ya le digo. Cuadra como un sudoku, ya verá.
Siempre según San INE "el descenso de población iniciado en 2012 continúa (en 2014)".
Al parecer a 1 de Julio de este año, la población era de 46.464.053 habitantes. Más de 200.000 habrían abandonado España durante el primer semestre del año.
Ya sé que se preguntará ¿qué suponen 200.000 personas en un mare magnun de 46 millones?. Pues, espacio, hombre, espacio. Que todo se lo tengo que decir.
Si el país pierde habitantes a cuenta gotas (no seré yo quien juzgue y valore sus motivos), eso quiere decir que faltos de espacio físico no estamos ¿no lo ve?.
Si a esto le sumamos que en todo el años 2013 fueron unos 1074 las personas (contabilizadas oficialmente) que consiguieron saltar la valla de forma efectiva y hasta marzo de este 2014, lo consiguieron unos 514...sume, sume...aún vamos sobrados de espacio.
Incluso en el peor de los escenarios que se pueda imaginar, que supongo que sea aquel en el que las 50.000 almas que, según fuentes de su Ministerio, esperan agazapados en el monte marroquí del Gurugú consiguieran entrar en territorio español...¡¡¡¡aún nos sobraría muchísimo espacio!!!.
Ni siquiera habríamos recuperado a todo ese capital activo y bien pensante que se está "transterrando" para vivir "múltiples aventuras", como le gusta decir a una de sus colegas.
Por otro lado, he descubierto algo que le va a dejar mucho más tranquilo, Fernández: el mayor número de personas inmigrantes que, por nacionalidad, llega a España, proviene, entre otros, de Rumanía, Italia y Reino Unido, todos ellos países amigos y, lo que es más importante, civilizados miembros de la UE.
Aunque ellos (y creo que también ustedes) prefieran llamarse "expatriados", yo no acabo de ver la diferencia y para mí no dejan de ser meros inmigrantes que se buscan las castañas, como todos los demás. Perdóneme la expresión.
Tal vez nos pasen más desapercibidos debido a su color blanco, que hace que se mimeticen más con el ambiente que los negros africanos, que como no pueden pasar desapercibidos por mucho que lo intenten, nos abultan más. De ahí, la fijación con lo de las "avalanchas". Creo yo.

Aclarados estos puntos, sólo nos queda hablar un poco de la solución que propones, Jorge. Me permites que te llame por tu nombre de pila ¿no?, que a estas alturas ya tenemos cierta confianza...
Y es que, en el fondo, eres un buenazo. No sé cómo a otros más liberales de pensamiento y acción no se les ocurrió antes. ¡Cuántos disgustos se/nos hubieran ahorrado!.

Algo tan simple como el APADRINAMIENTO de aquellos inmigrantes que se juegan la vida a un salto (sin pértiga ni colchón), sólo para que tú y los tuyos sigáis jugando con ellos a policías y ladrones, en nombre de la "legalidad" y el "derecho" (¿de quién?).

Si la solución pasa por dar bienvenida y alojamiento digno, estoy segura que hay un montón de gente de buena voluntad dispuesta a hacerse cargo de esos "pobres negritos". Y yo la primera, para que no digas que no predico con el ejemplo.
Porque vamos a ver...¿cuántos han sido expulsados "calientes" y "en caliente" por esta minucia logística?.

Jorge, en estos casos, lo que mejor suele funcionar es lanzar una campaña de apadrinamiento, siguiendo el modelo de captación de ONGs. Imagínatelo, con todo el marketing del que disponemos...

No sé si te parecerá un atrevimiento por mi parte pero tengo algunas ideas que pueden seros de utilidad...

Lo principal es un buen título, que choque. ¿Qué te parece algo así como MI CASA ES TU CASA?. Como hagstag podríais poner, por ejemplo, #apadrinainmigantessubsaharianossínegrosyafricanossaltadoresdevallas.
Sería todo a través de SMS, como siempre, en este tipo de eventos, claro.
El logo tiene que ser entrañable y representativo pero sin caer en los tópicos. Algo original.
He pensado en un español sonriente, en el lado perteneciente a  nuestro Reino, con los brazos abiertos, esperando como agua de mayo, a que le caiga encima un inmigrante que salta ágilmente entre concertinas y alambres (nada de heridas y sangre, lo gore ya no gusta nada, se debe huir del morbo).
Todo esto, claro está, debe desarrollarse ante la atenta mirada de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, para garantizar que todo se desarrolla dentro de la más estricta legalidad española y europea.
Se me ocurre también (para solucionar a la par el tema de la reagrupaciones familiares) que los españoles voluntarios deberían llevar un cartelito con su lugar de residencia, por si alguno de los "saltadores" tiene preferencias. No sería posible a la inversa, que los españoles pudieran guiarse por los países de origen según preferencias, ya que ellos necesitan  las dos manos para trepar, así que sería inviable que llevaran un cartel. A ver si vamos a tener alguna desgracia...

Jorge, tú párame, que cuando me emociono me dejo llevar...¿cómo lo estás viendo?.

Voy a serte sincera. Lo que veo un poco conflictivo es el tema legal. Sí, ya sé que tus declaraciones estaban llenas de buenas intenciones pero pueden hacer que alguna mente malintencionada crea que estás haciendo un llamamiento a la desobediencia civil con ánimo recaudatorio. Ya sabes lo viperinos que somos en este país...
Te lo digo, más que nada, porque en la LO 4/2000 (modificacada por la LO 2/2009) en materia de Extranjería considera como infracción eso de "dar cobijo u hospedaje a un inmigrante irregular". La cuantía de las sanciones está entre los 501€ y los 10.000€. Y me sabe mal decírtelo pero en estos tiempos de crisis económica seguro que esto echa para atrás a muchos de los posibles "padrinos", haciendo fracasar la campaña.

Así que a ver cómo resuelves esto: o cambias la ley o haces la vista gorda o das marcha atrás en tus declaraciones (que ya te digo yo que quedaría poco serio y profesional).

Con lo que decidas, aquí me tienes disponible #YOAPADRINO.

Y nada más Jorge, espero que estas reflexiones sobre la vida, la muerte, la lucha, la ley, la esperanza, las matemáticas y los derechos humanos de los OTROS te hayan servido, al menos, para ver, que por mucho que se empeñen, son también parte del NOSOTROS.

Un cordial saludo.

lunes, 8 de diciembre de 2014

INVENTANDO LEYENDAS...LA DEL ESPACIO VITAL, POR EJEMPLO

                                                       LA BODA DE SAN JORGE - DANTE GABRIEL ROSSETTI


Algunas personas no soportan la cercanía de los demás. Rehuyen su contacto físico, salvaguardan su espacio vital. Se defienden cómo pueden de sus “invasores” tratando de no parecer descorteses, aunque se adivina su incomodidad de “invadidos”. Estas sutilezas dan pie a silencios demasiado silenciosos y a caras de estupor disfrazadas de tensas sonrisas. Situaciones incómodas, al fin y al cabo.
¿Nunca os habéis preguntado por qué sucede esto?

Cuenta la leyenda que un joven caballero tuvo que partir lejos de su país, dejando atrás todo aquello que conocía: su tierra, su familia, su labor…y por supuesto, a su amada. Las circunstancias de ser un segundón sin patrimonio a heredar obligaban.
Ella quiso partir con él, ser su compañera de viaje, sufrir las mismas miserias y disfrutar las mismas aventuras. Juraba que no le importaba.
El mozo no tuvo el valor para aceptar. O tal vez, podríamos decir, tuvo demasiado: quiso ahorrarle los pesares y las fatigas que – estaba seguro – el camino del exilio traería consigo. No sería capaz de mirarla a la cara sucia de polvo, reseca de sol. Los pies magullados, los miembros doloridos. El alma cansada de rodar vagando, preguntándose por qué, para qué. Y finalmente, la decepción y el desencanto en sus ojos. No sería capaz de enfrentarse a ello.
Pero todo esto se lo guardó para sí el muchacho, cerrado a buen recaudo en su corazón. Lo hizo así, bien porque no sabía jugar con las palabras para conseguir expresarlo, bien por temor a que lo tomaran por un débil o un cobarde.
Se limitó a negarse, imperturbable, y sin más, partió con la única compañía de su caballo.
Como él temía, el camino fue escabroso (incluso más de lo imaginado). Supo que había hecho bien al no ceder a sus impulsos de dejarse convencer por la joven. Necesitó toda la fuerza que tenía (y a veces, hasta de la que carecía) para enfrentarse y salir medio airoso de los mil peligros que le iban acechando. Estaba cansado. Demasiado largo. Demasiado fatigoso. ¿Cómo hubiera podido ella aguantarlo?¿Cómo hubiera soportado él verla sufrir?.
Lo único que lo consolaba eran las largas conversaciones imaginarias que mantenía con ella, que le hacían más liviano el viaje, y la sentía como si cabalgara a su lado.

Mientras tanto, ella se acostumbró a la soledad. Al principio, para esconder su pena: prefería estar sola para llorar a gusto, para desmoronarse y volver a crearse solícita y sonriente, resignada. No quería que nadie la juzgara y mucho menos, que la compadecieran.
Más tarde, fue el hábito lo que hacía que buscase estar sola. Se había acostumbrado a mantener largas conversaciones, como si él todavía estuviese allí. Imaginaba sus respuestas, sus ingenios para hacerla reír, sus galanterías…Tanto se empeñó en pensarlo a su lado que al final hasta logró sentirlo como si realmente lo estuviera. Ya no le hablaba sólo en sus ratos de ocio y soledad sino en cualquier momento del día o de la noche, no fuera a olvidarse de lo que tenía que contarle. A veces reían sin parar. Él la hacía reír. A veces, se le escapan unas lágrimas traicioneras (que nada tenían que ver con la tristeza por su partida, como creían todos) por algunas discusión de enamorados que habían tenido porque también tenían sus desencuentros.
Lo importante era que él no se había ido, que seguía a su lado tal como había prometido. Cogido de su mano, todo el tiempo. Aunque nadie fuera capaz de verlo, aunque nadie lo creyera.
Por ello, ella protegía el espacio que él ocupaba con desesperación, no fuera que alguien lo dañara de forma inconsciente e involuntaria. Mantenía con todos las distancias. Caminaba como si llevara un perímetro de seguridad a su alrededor. Se intimidaba ante la proximidad de los otros. Huía de las multitudes, que suponían un peligro para el frágil espacio vacío que caminaba a su lado. Se aisló como si viviera en un pequeño islote, ajena al resto.
Empezaron a pensar que estaba loca, que había perdido la razón por la pena que la partida del muchacho le había producido. Él nunca había vuelto a buscarla.
 Ella se reía. ¿Cómo iba a estar loca, triste siquiera, si él siempre había estado a su lado, si nunca se había ido?.
¡Pero cómo! ¿No lo habían visto ellos con sus propios ojos?¿Qué había sido aquello entonces: una alucinación, una tomadura de pelo?
Ella no supo responderles. Sólo se agarró más fuerte a su mano, como hacía siempre que estaba nerviosa. Se aferró más fuerte al espacio que todos creían vacío. Él le sonrió para infundirle ánimos, para darle vida. Una nueva vida. Por fin.

Por eso, el espacio que nos rodea se llama “espacio vital” porque contiene a un ser querido que nos acompaña para que no nos sintamos solos y perdidos, que nos insufla esperanza y vida. Pero sólo los ojos más adiestrados consiguen verlo. El resto sólo ve un espacio vacío. Sin más.
Es por ello que algunas personas se empeñan en proteger, como si la vida les fuera en ello, su espacio vital de invasiones externas, para evitar que en un descuido alguien lastime a su “sombra”.


Fin

lunes, 1 de diciembre de 2014

TIRANDO DEL HILO...CORDELIA Y EL REY LEAR (MADOX BROWN)




CONVERSACIONES TRAS LAS CORTINAS

“Míralos. Un viejo rey, mi señor, enfermo de locura o arrepentimiento. ¿De qué puede quejarse un hombre que lo tiene todo: techo donde cobijarse, cama caliente, la panza y la despensa llena de ricos manjares por los que no debe preocuparse, tierras y hombres que lo mantienen y lo alientan, soldados dispuestos a dar la vida en su nombre por protegerlo a él y a sus privilegios..? ¿De qué puede dolerse un hombre así, para estar postrado, a la vista de todos, cual vagabundo, pidiendo a gritos la muerte?
¿Qué sabrá él, viejo e inútil mentecato?.
El aburrimiento y esa vida tan plena es lo que lo enferma, lo mata, lo desquicia.
¿Y ella? ¿Qué la hace diferente al resto de mujeres?¿Su color sonrosado de matrona despreocupada y satisfecha?¿Sus manos finas que no conocen labor? ¿Sus ropas elegantes?.
Es menos soberbia que sus hermanas pero eso no la hace mejor ni más digna que nadie.
¡Si yo los pillara! ¡Si yo los pillara a ambos iban a ver de qué era capaz este soldado ignorante y muerto de hambre! ¡Voto a Dios que si yo tuviera el valor…!”

Pero…¿qué es ese sonsonete constante que se mete en mis oídos, taladrándome la cabeza y los pensamientos?.
¡Ay! Este compañero de guardia, que arrastro como una cruz, y que la fortuna me ha endosado para colmar mi paciencia y enervarme: chistes, cotilleos tabernarios, broncas de vino y rosas…Una y otra vez…Y otra…
¿Qué diablos puede importarme eso a mí ahora, que estoy pensando en cómo cambiar los órdenes establecidos (de pensamiento, eso sí, ya que no puedo permitirme hacerlo de acción)?

-         ¡Maldito rufián. Malandrín. Cállate de una vez! – gruño en susurros.

Para contrariado, sorprendido de que no me interesen sus marujeos soldadescos, congelado el gesto de su mano afeminada…


¿Quién iba a decirnos que esa imagen pasaría a la Historia y nosotros, dos simples nadies, con ella?

TIRANDO DEL HILO...AURORA DEL ALBORNOZ V2

“Al fin se fue. Y sin atacar. Todo ello resulta ahora un tanto extraño…”

Siempre juraba que nunca me dejaría, que debía cuidarme y protegerme como un tesoro. Nunca tuve claro (ni siquiera ahora) si lo motivaba el amor o eran más bien los votos que había hecho el día que nos casamos y que implicaban una norma más que debía cumplir.
Él era una persona extremadamente estricta y normativa, vivía comprimido dentro de un reglamento en el que casi cualquier cosa estaba regida por una norma que no se podía saltar, bajo ningún concepto y casi ninguna excepción.
No le gustaban ni los riesgos ni el peligro. Ni siquiera las sorpresas, porque no era capaz de controlarlas. La rutina era para él como la tabla a la que un náufrago se agarra para salvar la vida. Como una brújula que le marcaba el camino recto, sin atajos,  que debía seguir para no perderse y llegar, finalmente, a buen puerto.
Cualquier cambio brusco e inesperado en su día a día le dejaba perdido, a la deriva, sin hacer pie en ese inmenso océano que era la vida a su alrededor.
Todo estaba pautado y no era raro encontrarse cronogramas de lo más diverso, en cualquier inesperado lugar por el que él hubiera pasado.
“La organización es vital para optimizar el tiempo y, por tanto, la vida” – solía decir.
Porque ¿qué era la vida para él?. Simplemente una sucesión de tiempos organizados.
Al principio, eso era lo que más me gustaba de él. Me hacía sentir segura. Nunca pasada nada no previsto (salvo alguna rara excepción) así que podía relajarme, vivir tranquila, dejarme ir…sin demasiadas preocupaciones ni responsabilidades. Él se encargaba de que todo fuera fácil y sencillo dentro de unos órdenes establecidos.
Supongo que entonces, en esa modorra cotidiana en la que pasaba los días, era feliz, me sentía feliz, tal como estaba planeado.
De repente, sin nada concreto o importante que lo desencadenara, empecé a asfixiarme.
Primero vinieron los sudores fríos, en mitad del caluroso verano, a las que no les dí la menor importancia.
Luego, una especie de ataques de pánico que me dejaban paralizada y exhausta por un esfuerzo físico que no era consciente de haber realizado.
Más adelante, invisibles espasmos que me llevaban a cometer “pequeños terrorismos cotidianos”: ir a comprar el día que no tocaba, salir sola para deambular sin rumbo fijo, no llegar a tiempo para preparar la cena a la hora exacta, cambiar la cita del dentista o de la peluquera, cancelar una cena con amigos, pasar la aspiradora el día de descanso…Rebeldías nimias, que no me hacían sentir ni mejor ni peor, pero que sabía que a él le exasperaban; a pesar de que aguantaba estoicamente sin decir nada: ni una sola palabra, ni un solo reproche. Que él iniciara una discusión ya lo tenía yo descartado desde el principio de mis “boicots” pues era algo que no podía planearse, ni tampoco sabíamos como hacerlo. Pero yo no perdía la esperanza de que me sorprendiera.
Cada vez iba a más, me volvía más osada e intrépida, hasta el punto de desorganizar por entero los horarios y hábitos establecidos durante años de convivencia. No creo que fuera la maldad lo que me empujaba a torturarlo así (porque yo sabía que para él eso era una especie de tortura china). Quizá sólo me movía el hastío, las ganas de romper de un manotazo la tela de araña perfecta que había tejido a mi alrededor de forma pausada y concienzuda (con mi placentero consentimiento además), bien para cuidarme y protegerme, como decía él o bien para atraparme en ella y que no pudiera escapar, como empezaba yo a sospechar.
Me volví cada vez más perfeccionista, más elaborada, más sutil.
Él nunca dijo nada. Sólo ponía esa cara como de niño desamparado y huérfano, perdido sin saber qué hacer y sin entender por qué y para qué.
Hasta que un día, al despertar, ví que ya no estaba. Al fin se había ido. Sin atacar siquiera. Tan propio de él.

Me sentí orgullosa de encauzarle a hacer algo que nunca había previsto. Aunque a su manera, el que hubiera roto sus sacrosantas rutinas por mí era el mayor acto de amor por su parte. Estaba asombrada. Al fin había reaccionado. Entonces lo amé como nunca.


Aurora de Albórnoz (1926 -1990) fue una escritora, ensayista, crítica literaria y profesora española, de origen asturiano y "trasnterrada" por la Guerra Civil, junto con su familia, desde su Luarca natal (Asturias) a Puerto Rico para volver más tarde a España.
Desconocida prácticamente como escritora en España; es hoy casi una odisea encontrar alguna de sus obras (todas descatalogadas): Prosas de París, Cronilíricas, Palabras desatadas, Palabras reunidas...o Por la primera blanca, obra a la que pertenece este "hilo" del que tirar...

TIRANDO DEL HILO....AURORA DE ALBORNOZ V1

Y d“Al "Al fin se fue. Y sin atacar. Todo ello resulta ahora un tanto extraño…”

Y decepcionante, pienso yo.
Precisamente ella: la paladina de la lucha (pero de la LUCHA con mayúsculas), como solíamos llamarla en broma.
La que lo anteponía todo (nada era nunca más importante) por las causas a las que se agarraba con fiereza y en las que se embarcaba con un fervor casi religioso (aunque no le gustara mucho esta definición mía).
Para ella nunca era bastante. Siempre nos quedábamos cortos de batallas, de victorias, de causas, de vivos, de muertos, de…Nunca hacíamos lo suficiente: no creíamos lo suficiente, no empatizábamos lo suficiente, no nos involucrábamos lo suficiente…Nada de lo que hiciéramos era lo bastante bueno o impactante o definitivo.
Ni siquiera tenía piedad con los que se dejaban algo más que la vida en el combate, en esa eterna guerra de guerrillas en la que vivíamos y de la que vivíamos. Los consideraba una especie de “traidores involuntarios” (ni siquiera les daba el triste honor de considerarlos “daños colaterales” y desprenderlos de una culpa que nada tenía que ver con ellos). Decía que se habían dejado abatir en una mala acción, que no habían puesto el suficiente empeño en burlar al enemigo (como si fuera algo que ellos, o nosotros - los que quedábamos vivos y bien librados-, hubiéramos podido controlar, como si morir matando hubiera sido una fatídica voluntad propia y no un macabro error de cálculo.
Muchos la consideraban implacable, y más que respetarla, la temían. Otros tantos pensaban que, de tan excesiva, “implacable” era un término que se le quedaba pequeño.
Había un tercer bando, en el que debo incluirme, que creía que simplemente era más humana, más sola, más vacía y más débil que cualquiera de nosotros. Se encubría a sí misma, no se dejaba ver, se disfrazaba de exigente, de perfecta combatiente, nunca flaqueaba, no se perdonaba una ni se relajaba nunca. Lo hacía así porque la lucha era lo único que le quedaba y no quería fallar y verse sin nada, sola; así que se entregaba (y nos entregaba) con lo único que tenía para dar: su vida (y las nuestras). Lo hacía como una especie de “sacrificio ritual”, perfecto y sin tachas, ejemplo y obra para la posteridad.
Era una “suicida eterna”: ataque, contra-ataque, defensa…
Con lo único que no contábamos (supongo que ni ella  ni por supuesto nosotros) era con un temor oculto, enterrado y que era más fuerte que ella misma, que su lucha, que su entrega…: su miedo a la muerte.
Por ello, ahora no resulta extraño que, cuando la Santa llamó tranquilamente a su puerta, el día más soleado y caluroso que por aquí  se recuerda en mucho tiempo (tal vez para romper el tétrico tópico que une oscuridad y muerte), ella se encogiera sobre sí misma como un bebé, sin presentar batalla, sin un triste amago de ataque siquiera, yendo en contra de lo que se había auto-impuesto a sí misma durante toda su vida y lo que, en su defecto, nos había enseñado (e impuesto férreamente) a todos nosotros.
Tal vez la venció el cansancio de una vida mísera y vacía (en contra de lo que se empeñaba en demostrar).
Tal vez quiso probar, por una vez, el abandono total, la laxitud imperfecta (pero llena de plenitud) de un abrazo (por muy frío que éste pudiera ser).
Tal vez se diluyó en la lucha por los demás y prefirió rendirse en su propia batalla, en la que el enemigo era ella misma, porque ya no le quedaba ni siquiera la esencia.
Se dejó ir como la niña obediente y sumisa que nunca fue, en contra de la mujer que había sido. Pero sobre todo, cuando al fin se fue, sin atacar siquiera, nos dejó a todos con un palmo de narices: desengañados, decepcionados y vacíos de convicción sin ella, que todo lo llenaba (aunque fuera de reproches). Parecía que ya nada tenía sentido porque era ella la que se lo daba. Pero  ya no estaba. Ya no tenía ni autoridad física ni moral sobre nosotros.
Al fin nos quedamos solos, cada uno metido en sí mismo y todos haciéndonos la misma pregunta: ¿seguimos atacando o paramos y nos rendimos?



Aurora de Albórnoz (1926 -1990) fue una escritora, ensayista, crítica literaria y profesora española, de origen asturiano y "trasnterrada" por la Guerra Civil, junto con su familia, desde su Luarca natal (Asturias) a Puerto Rico para volver más tarde a España.
Desconocida prácticamente como escritora en España; es hoy casi una odisea encontrar alguna de sus obras (todas descatalogadas): Prosas de París, Cronilíricas, Palabras desatadas, Palabras reunidas...o Por la primera blanca, obra a la que pertenece este "hilo" del que tirar...

lunes, 10 de noviembre de 2014

SOY BLANCA ¿Y QUÉ?

Nunca creí que tendría que escribir esto porque nunca lo había visto como algo necesario ni problemático. Tal vez ni siquiera lo es y esto sea sólo producto de mi activa imaginación, no lo sé...

Últimamente me voy encontrando allá por donde voy con el tema de lo AFRO: discusiones, opiniones, post, artículos...
Panicada (del verbo paniquer) hasta la última fibra de mi cuerpo asisto sorprendida a una serie de comentarios y actitudes que hacen que me sienta un poco incómoda, hasta incluso fuera de lugar, como si tuviera una bota pegada a mi culo a punto de lanzarme al blanco espacio exterior en cualquier momento. Es una sensación personal e intransferible, nada más. Y no la entiendo.

No soy capaz de comprenderlo porque yo estoy ahí voluntariamente, porque así lo he decidido de forma consciente, porque me interesa el tema, porque (por suerte o desgracia) lo vivo y lo sufro, porque me siento involucrada en él, porque quiero que sea de mi incumbencia, porque yo también quiero conocer la Otra Historia (la que nadie nos contó, la que nos ocultaron por omisión o disfraz), porque quiero preguntar y que alguien me expliquen lo que no sé o lo que no entiendo, porque quiero saber, porque quiero hablar de mis experiencias y conocer las de los otros, porque no quiero caer en los mismos errores y quiero hacerlo mejor (con todo el conocimiento de causa que sea posible), quiero reivindicar, luchar codo con codo por lo que es justo (simplemente), quiero COMPARTIR para CREAR, por muy ingenuo o utópico que suene.
Pero resulta que soy BLANCA (o me ven blanca porque recuerdo que mis genes asturianos, según reciente estudio ciéntifico, tienen una importante carga africana, o sea ¿afro? aunque mi piel no lo deje traslucir). No pinto nada allí porque es necesario reivindicarse como AFRO y yo no lo soy, a la vista está.

Tienen razón: no soy negra ni mulata ni mestiza ni afro-descendiente ni afro-americana ni afro - española ni siquiera africana. Soy blanca (a veces hasta demasiado, sobre todo en invierno) y parece que eso actúa como toda una declaración de intenciones en mi contra.
Yo no tengo que reafirmarme ni reivindicarme como blanca porque todos mis jodidos ancestros ya lo hicieron por mí durante generaciones y generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.
A sangre y fuego ha quedado "grabado" (que en ningún caso demostrado; más bien al contrario) la "superioridad" de los blancos con multitud de ejemplos y formas (que no creo necesario mencionar aquí porque de sobra son conocidos).

Es cierto (y soy yo la primera en gritarlo a los cuatro vientos) que es más que necesario recuperar esos siglos, esas generaciones y esas Historias perdidas (o mejor debo decir: robadas), reafirmándose y reivindicándose.
¿Por qué? Porque el marketing y la publicidad de los dominadores en estos siglos de Historia ha dejado en muchos una huella difícil de borrar y ha creado un imaginario colectivo (propio y ajeno) que debe ser re-construído de forma inteligente casi desde los cimientos. Como pueblo, como comunidad...creo que es un deber y hasta una obligación borrar esas "huellas" y ponerse en valor. Es casi un deber la concienciación, la emponderación, el contra-marketing, elevar la verdad (por muy dolorosa que sea), el levantamiento e incluso la revolución de lo AFRO. Pero siento que es un deber y una obligación por parte de todos los miembros de la sociedad, sean como sean, sean quienes sean.
Con esto no hablo de lo AFRO como moda (pasajera o peremne): llevar un peinado, vestir un wax o comer durante un tiempo en un restaurante burkinabés y vetar la tortilla de patata porque no es afro.
Hablo de algo distinto: de formas de vida, de compromisos (aunque sea mucho pedir que éstos sean eternos), de una lucha paciente y sin cuartel, que probablemente deje muchos muertos en el camino (virtuales o reales, en el peor de los casos).
Creo firmemente en la no - injerencia externa, en que cada pueblo tenga la libertad de auto - gestionarse sin que nadie le imponga las directrices a seguir (aunque sólo sea como un "consejo de aliado"), en la no infantilización que es un grado de inferiorización, en dejar ya de lado las-buenas-voluntades-que-matan porque a la vista está que son un agujero negro en todos los sentidos (que no sólo no soluciona sino que genera más problemas).
No estoy a favor de la discriminación positiva (porque no deja de ser una forma de discriminación pero con palmaditas en la espalda) sino de la JUSTICIA SOCIAL y la REPARACIÓN: ESTAR, simplemente, en el lugar que por derecho pertenece, sin condicionantes, bien visibles, bien orgullosos. Porque no puede ser de otra manera. No estar como algo "exótico", peculiar, "dando la nota de color" (nunca mejor dicho), como si de un chiste se tratara.
No tolero (y lucho contra ello cada día) el "terrorismo cotidiano" de los pequeños (y a veces grandes y excesivos) gestos, que tiene cada uno que tragar con la justificación de que aquí en España (lo concretizo a España ya que aquí habitamos y bastante tenemos con eso) no hay una "larga tradición inmigrante" y la gente "no está acostumbrada". Esto hace que, dependiendo en qué sitios y con qué personas, debe uno enfrentarse a amables ignorancias o a grandes imbecilidades.
Odio que nos diferencien y odio que nos igualen porque no soporto las generalizaciones y soy de la opinión de que cada persona es un mundo, independientemente de las "etiquetas" que le hayan caído en suerte.

Pero todo esto da igual. Porque no soy AFRO.

No pienso que esto sea una cuestión de racismo-negro o racismo-blanco, ya que me consta que muchos de esos afros son hijos, maridos, esposas de blanc@s y sería un contrasentido por su parte, y por la mía plantearlo siquiera así.

Puedo incluso justificar que mi presencia activa no sea del todo admisible (o bien vista) por el qué dirán, que, de alguna manera, reste credibilidad a las reivindicaciones por todo lo antes expuesto.
Entiendo incluso la rabia, la ira (porque yo misma también la siento, unida a la vergüenza, aunque sea de una manera diferente).
Comprendo incluso la creación, e incluso la defensa, de espacios propios por miedo a que estos puedan ser de alguna manera "colonizados" y pierdan parte de la esencia que los quiere caracterizar. Pero a mí no me interesa "colonizar", no es esa mi necesidad ni mi afán como blanca. Me interesa aprender y ejercer una solidaridad horizontal (que no vertical ¡cuidado! porque aquí estriba la gran diferencia), caminar a la par.
Tal vez yo debiera respetar esto y mantenerme a una prudente distancia, pagando mi cuota de deuda histórica heredada, porque se supone que no es mi lucha y sería mejor quedarme en el lado que me corresponde (o el que me han asignado).
Pero no me da la gana, oigan.

Y menos aún me da la gana de que sea por el mismo motivo por el que se "combate". Porque me niego a creer que no hayamos aprendido nada de toda esa Historia pasada y presente que hace que precisamente estemos aquí y ahora como estamos. Porque para mí la "exclusión amable" o de retaguardia no es una opción ni un camino.

No pretendo "ejercer de blanca" (en tono peyorativo) ni ser parte de la cuota - Benetton, ni ser portavoz más que de mí misma...Sólo quiero PARTICIPAR, como uno más, en lo que creo y por lo que lucho. No voy a pedir permiso ni tampoco disculpas por ello. No pienso hacerlo ni tengo por qué.
Quizás esté equivocada ¡vaya usted a saber! pero esto es lo que hay, le pese a quien le pese: una responsabilidad y un compromiso por mi parte, no una simple cuestión de cabezonería.

Así que ahora, después de haber soltado todo este discurso para poner en claro mis ideas, que son toda una declaración de intenciones, me pregunto: ¿QUÉ SE SUPONE QUE ES SER AFRO?¿UN AFRO NACE O SE HACE?.

Podemos entender, como parece lógico, que un AFRO es toda aquella persona de ascendencia negra (¿y por qué no también los de descendencia negra?)y con piel en las distintas tonalidades claro-oscuras de este color.
¿Por qué no usar entonces NEGRO, en vez de AFRO?
Quisiera decir al respecto que conozco a muchas personas que encajarían perfectamente en esta definición pero a quienes se la trae al pairo (e incluso más abajo) eso de ser/sentirse AFRO, reafirmarse, reivindicarse como pueblo o como raza o como quiera usted llamarlo.
¿Entrarían, a pesar de su negación (o precisamente por ella), en esta definición?.

¿O podemos entender, por el contrario, lo AFRO como una especie de filosofía de vida, una voluntad, una reivindicación asumible por todo aquel que consciente y comprometidamente así lo decida?.

En la primera definición no encajo para nada, no hay más que verme, pero la segunda...¿también me excluye?.

Y pregunto esto con toda la consecuencia ya que no es ni la primera ni la segunda vez que, tras leer algo que he escrito, y sin conocer nada más que mis palabras y forma de expresarlas, algún desconocido se pone en contacto conmigo de "hermano afro-cano" a "hermano afro-cano" "que luchamos juntos en la misma batalla".
Entonces...si mis palabras te parecen lo suficientemente AFRO para reconocerme como a un igual en la misma "batalla" ¿qué es lo que cambia cuando digo que soy BLANCA y encima mujer?.
Silencio administrativo (y del negativo, encima).

Seguimos poniendo fronteras: NOSOTROS - VOSOTROS - ELLOS.
¿Eso es avanzar: seguir el mismo patrón de siempre al derecho, al revés, a lo converso y a lo inverso?¿Enrocarse en un pronombre personal y defenderlo por encima de todo?.

Cada uno es, por supuesto, libre de elegir dónde posicionarse o dónde no hacerlo o de, incluso, no posicionarse en absoluto.

Yo elijo estar en el NOSOTROS, en el VOSOTROS y en el ELLOS. Así sin más (y sin menos). Blanca y todo.

martes, 4 de noviembre de 2014

FRONTERAS I

Ellos. Nosotros.
Palabras - frontera.
Nosotros. Ellos.
Posiciones que crean barreras.
Ellos.
Nosotros.
No Unos. Sino Otros.
(¿No se puede estar en ambos?)
Fogonazos de lucidez.
O unos.
U otros.
Yo quiero ser todos...

viernes, 17 de octubre de 2014

SOLEDAD I

Cuando la soledad se me pega como lapa,
no me queda más remedio
que batirme en duelo, a puñetazos
a ver cuál de las dos gana...

jueves, 25 de septiembre de 2014

LA MEDIA PROMESA Y LAS LÁGRIMAS DE ÁCIDO

Siempre lloro. Soy de lágrima fácil, como se suele decir.

En los funerales, ante las malas noticias o las noticias tristes, en las bodas, en los reencuentros, en las despedidas, cuando estoy angustiada o triste, cuando me entran los ataques de rabia, ante las buenas noticias, cuando me entra una mota de polvo en un ojo, cuando me da el sol de frente, cuando no puedo parar de reír...

Es cierto que siempre se me escapan las lágrimas en estas y otras ocasiones pero la forma de llorar nunca es la misma: no lloro hipando, por ejemplo, cuando se me mete algo en el ojo ni lloro como sin llorar (de forma despistada, como si la cosa no fuera conmigo) cuando estoy en un entierro...Eso es lo que varía y hace que tenga un registro infinito de llantos (así como sólo tengo uno de risa: abierta, a boca llena, estruendosa incluso)

Cualquier ocasión es buena para mí. No me avergüenza decirlo.
Sé que muchos verán en esto un síntoma claro de fragilidad, de debilidad, incluso de inseguridad o cobardía.
Pero a mí me sirve para enfrentarme a la vida. Al igual que la risa.
Es un desahogo del alma y una limpieza para mis globos oculares, que así pueden ver más clara y sosegadamente la vida. A mí, llorar me calma; aunque suene a contrasentido.
Es mi especie de "arma secreta".

Esta vez me hiciste prometer que no lloraría. No me atreví a prometer algo que no sabía si podría cumplir. No quería quedar mal así que (ya a punto de asomarme las lágrimas) te dije que lo intentaría con todas mis fuerzas.

Te confesaré que todo fue tan rápido que ni siquiera me dio tiempo. Me lo pusiste fácil. Tú o los operarios del aeropuerto.
Luego me dijiste que estabas orgulloso, que no podías creer que lo hubiera cumplido, que no parecía yo...

Y no lo era...No lo fuí hasta llegar al coche. Hasta ver el asiento vacío. Hasta darme cuenta de que debía hacer sola el viaje de vuelta. Entrar en casa y certificar ante un notario imaginario que ya no estabas.

Y aún así, a pesar de que ya no estabas a mi lado (pero tampoco te habías ido del todo) y no podías verme, te hice un último honor y me tragué (con los ojos, que no sabes lo difícil que es y lo que duele) todas las lágrimas que se me habían ido acumulando.

Cuando por fin ya no pude más tuve que dejarlas salir, caer en cascada, a chorros, sin parar...Notaba los ojos hinchados, con un leve escozor debajo de los párpados.
Cuando me miré, un poco asustada, en el espejo, ví que tenía, justo donde debían estar mis eternas ojeras (herencia de alguna abuela insomne), un par de manchas rojas, con la piel levantada, como dos pequeñas quemaduras.

Era como si de tanto aguantarme las lágrimas, éstas hubieran pasado por un proceso químico que las hubiera convertido en pequeñas gotas de ácido y no en gotas de agua salada, que era lo normal.

Supe entonces que nunca sería capaz de prometerte que no lloraría y que esta vez, tal vez, sólo había sido fruto de la casualidad y las prisas.





domingo, 24 de agosto de 2014

MI MANGO DE NARANJA - LIMA

A veces pienso que es ridículo este empeño mío en seguir manteniendo "vivo" este blog: escribir cuando me inspiro, buscar las fotos, los títulos, revisar la ortografía y la redacción...

 Se supone que un blog está ahí para compartir, interactuar, que otros lo lean y haya aportes mutuos. Éste mío no es así.

Tal vez es que yo me empeño en tener cosas que decir y las creo interesantes, además. Tal vez no sea cierto y simplemente sean un peñazo para los demás.

El caso es que he concluído que me da igual. Porque aquí me siento bien, me desahogo, defino, pienso, sueño, viajo, doy rienda suelta al miedo, a la risa...
Quizá tenga más que ver con un raro diario personal medio público que con un blog propiamente dicho. De hecho, y debido a mi vergüenza crónica que me empeño en vencer (y casi nunca se nota), casi agradezco que esto sea así, sin nadie que me condicione, que me haga sentir incómoda, que me haga tener vergüenza...

Aquí siento que estoy realmente debajo del árbol de mango, sin hacer nada, sólo dejandome llevar a donde quiera que el pensamiento me lleve... Mantengo con este mango una relación similar a la del protagonista del libro "Mi planta de naranja-lima"; exceptuando que yo no me subo en una de sus ramas creyéndome que voy en un caballo al galope ni tampoco el árbol me contesta y me da consejos cuando le hablo.

El mango está al borde de un camino. A veces pasa gente y se para a mirarnos. Luego continúan sus camino como si tal cosa. Nunca nos hablan. Es nos deja más tiempo para nosotros, para crear nuestro universo y mantenerlo sin contaminar.

Así es como siento esto. Mi propio espacio, abierto al mundo, para quien decida pararse a mirar pero sobre todo para poder descargar todo aquello que me va produciendo reacciones, a veces más airadas, a veces más tiernas...
Mi lugar tranquilo y en sombra, donde no hay condicionamientos ni disfraces, ni tiempos ni espacios, donde sentirme acompañada por un mango imaginario que me protege...Un pequeño país de los sueños que hace que me sienta bien

sábado, 23 de agosto de 2014

MENTIRIJILLAS DE SUPERVIVENCIA (O CÓMO INVENTARSE LA VIDA DESEADA EN MENOS DE 1 MINUTO)

Te acompañé al aeropuerto.

Mientras tomábamos un café en una taza inmensa con un contenido sin fin (siempre el mismo truco de los camareros de este "coqueto" aeropuerto; a pesar de que me habías hecho caso y los habías pedido pequeños, me dijiste) no paré de decirte que ojalá pudiera ir yo también en ese avión. Que estaba tentada a comprar un billete de ultimísima hora y volar sin equipaje. Lo dije en broma, claro. Pero te dio pena y me contestaste que el billete no había sido tan caro, como para animarme pero temiendo que hiciera una locura.

En toda esa hora de espera me imaginé que era yo la que me iba y que tú habías venido a acompañarme. Invirtiendo los papeles. Sentí la madeja de nervios en el estómago, como siempre que voy a pasar la frontera infranqueable de un aeropuerto. Sentí la ilusión del vuelo de ida y de lo que me encontraría al bajar. Imaginé las calles por las que caminaría y las mil cosas que aún me faltan por descubrir de esa ciudad y las otras mil que ya conozco y con las que pensaba  reencontrarme.

Te hablé de mi pastelería favorita. No recordaba la dirección exacta. Ya te la mandaría luego. Ví, como en un fogonazo, cuando la descubrimos aquel día, después de llevar horas de camino sin demasiado rumbo, haciendo nuestro mítico "tour del turista" con el que siempre nos premíabamos ,y el sabor de aquellos cruassants después no haber comido nada en todo el día...

Me preguntaste si quería que me trajeras algo. No - te dije. Porque no puedes traérmelo todo, pensé, y una sola cosa sería como una traición.

Ante aquella taza de café soñé que yo era la típica "exiliada voluntaria" que sólo había venido de vacaciones y volvía a mi nuevo hogar, a aquel donde había conseguido lo que aquí no había sido posible, a mi vida feliz, tranquila, llena de colores y olores y lenguajes nuevos... (aquí quizá me dejé llevar demasiado por la imaginación...). Soñé incluso que tu maleta no era tuya sino mía. Y me alegré de que, por una vez, fuese capaz de ir ligera de equipaje (uno de mis grandes retos a conseguir).

LLegó la hora del embarque. El momento de despertar de mi sueño y volver a la realidad. Yo me quedaba. Debía volver al coche (no sin antes pasar por la máquina de pago para poder salir de allí; lo que me hizo pensar que todo sueño tiene un peaje) y conducir aún unos cuantos kilómetros de vuelta a mi real realidad. Tocaba seguir esperando. Vivir lo que tenía. Dejar de soñar para poder seguir adelante.

Pero aún me permití un último "lujo".

Nos paró una comercial para vendernos algo, una tarjeta de un banco o algo así. Ni me fijé, la verdad. Nos preguntó si trabajábamos en España. Como por resorte y sin pensarlo, ambos dijimos que no. Pensé que ibas a dejar que yo hablara y cuando nos preguntó con pena (porque todos os vais, nos dijo) que dónde estábamos trabajando, respondí sin un atisbo de duda ni de vergüenza ni de temblor. Así: rotunda. Como si fuese verdad. Tú, a tu vez, dijiste también tu destino. Y fue una milésima de segundo pero te sorprendí mirándome extrañado.
Cuando pasamos sentí la necesidad de justificarme y te dije, con la boca pequeña, que tampoco era tan mentira.
Lo mío, no - dijiste.

Me sentí mal con aquella mujer por haberle mentido en algo tan nimio y de forma tan gratuita. Pero pensándolo en términos "psicológicos" simplemente proyecté en ella los malos sentimientos hacia mí misma, porque era a mí a quien estaba engañando como una forma de defensa. Porque sin soñar no sé vivir. Porque si no sueño no soy capaz de seguir esperando. Porque, simplemente, eso era lo que quería creer.

Subiste a tu avión. A ese que te llevaba a "mi" destino. A ése, que era otro más de los aviones que perdía.

Yo pagué la "tasa" por soñar en un aeropuerto (sólo 1.70€) y volví a casa.



viernes, 22 de agosto de 2014

PALABRAS Y PALABROS

Palabras que miman, que envuelven, que danzan, que aprietan, que construyen, que conducen, que perdonan, que traicionan, que aman, que apasionan, que viajan, que sueñan, que odian, que gritan, que insultan, que aprenden y aprehenden, que hablan, que se hacen silencio y se volatilizan en el tiempo y el espacio, que engañan, que mienten, que transportan, que describen, que ríen, que embrujan, que lloran, que adormecen, que despiertan, que abren, que cierran, que cambian,que son clave, que son trampa, que protegen, que atenazan, que juegan, que resbalan, que cuentan, que incomodan, que posicionan, que torturan que enternecen, que mutan, que informan, que  esconden, que son sutiles o irónicas, que se disfrazan, que temen, que culturizan, que empobrecen, que alardean, que matan...y así hasta el infinito del verbo.

Por contra, tenemos los "palabros". Que son inclasificables e indefinibles.

Y esto es así independientemente del idioma.


(A J. por ser mi anverso y mi reverso -  aunque a veces lo niegue - y para que lo siga siendo)

lunes, 18 de agosto de 2014

ETIQUETADOS

¿Por qué no dejamos de ser una simple "etiqueta"?

¿Por qué no dejamos de ser hombres o mujeres, blancos o negros, judíos, cristianos, musulmanes o ateos,de izquierdas o derechas, heteros o gays, "patrióticos" nacionalistas o "traidores" regionalistas, víctimas o verdugos, del Norte o del Sur, ricos o pobres, alguien(es) o nadies...?

¿Por qué no SER simplemente, con nuestra maldad y nuestra bondad?

¿Por qué una etiqueta debe obligatoriamente contraponerse a otra?

¿Por qué debemos elegir (o dejar que otros lo hagan por nosotros) unas etiquetas que nos condicionen hasta el punto de regir nuestras vidas respecto a los otros y, lo que es peor, respecto a nosotros mismos?

No estoy clamando por la "ambigüedad" ni por el no "mojarse" aunque pueda parecerlo.

Solamente pienso...

Creo que nadie debiera ver más allá de lo que que ve: a un ser (o una "sera" si tenemos la etiqueta "feminista" puesta).

Un ser (o sera) vestido con etiquetas superpuestas, como prendas de ropa que se va poniendo, quitando, pegándose a la piel, cambiando de lugar en función de su frío o su calor, de su prioridad...

¿Por qué somos por contraposición en vez de simplemente ser?


sábado, 16 de agosto de 2014

LO EXTRAÑO DE EXTRAÑAR



Estáis en todas partes y no estáis en ninguna, como si fueseis sólo los personajes de un sueño que se recuerda a trozos. Ya casi no quedan huellas. Ni siquiera los lugares parecen ya los mismos. Ahora también se desmoronó aquella casa. 
Me pregunto si vosotros (si alguno de vosotros) siente lo mismo al regresar (si es que lo hacéis, lo de regresar, digo).
Os eché de menos. Más bien eché de menos a quien fuisteis y lo que éramos juntos. No extrañé que no estuvierais porque aunque hubierais estado ya ni siquiera sería. Sois otros. A los que ya ni siquiera conozco. Yo también soy otra. Desconocida. 
Y de fondo (como la ñoñería exige), haciendo de banda sonora, una canción de los Celtas Cortos...




domingo, 3 de agosto de 2014

PARÍS

París nunca fue una opción.


Recuerdo que la primera vez que fuí, en el 97, nada parecía estar a mi gusto: la torre Eiffel estaba oxidada, la gente era desagradable, los espacios comunes sucios, había que pagar por todo (hasta por ir al servicio!!!)... Y no era para nada la ciudad de la luz y el amor (patente sobre todo en el barrio donde me alojaba).

Desde entonces he vuelto muchas veces. Ya no llevo la cuenta.

En algún momento París pasó a ser una más de las geografías de mi vida: sitios familiares, recuerdos, tiendas habituales, paseos, mercados y recorridos en coche, librerías, saldos, restaurantes, turisteos, mundos ...



Y empecé a enamorarme de esta ciudad - mundo (como la describe Anne Hidalgo, su alcaldesa "gaditana"). A cada nuevo paso, a cada nuevo descubrimiento... se me iba metiendo dentro casi sin darme cuenta.

Es raro porque nunca había pasado por el proceso de enamorarme de un lugar concreto.
Me gusta (me encanta) mi ciudad, mis pueblos de origen, mi provincia, mi país... pero me gustan desde siempre porque así aprendí a hacerlo desde niña, como un hecho consumado que así debía ser. Nunca fue un proceso. Ni siquiera una opción. Simplemente era.

Y París se convirtió en una opción.

No sé si la elegí yo o ella me eligió a mí. Aunque creo que más bien fue lo primero. Ella se (me) resiste pero al final, acabaré por ganármela.


Adoro París, esa es la verdad. Sueño con París. Vivo París.

Pero sería incapaz de describir por qué. Tal vez porque es un puro contraste: la tranquilidad y la locura, una aventura constante y un profundo miedo, una oportunidad y/o un fracaso, el cielo y el infierno (para quienes no lo consiguen), la racionalidad y lo pasional, la opulencia y la pobreza, los edificios Haussmann y los bloques de HLM, sus mil caras, sus mil colores, sus quartiers que son como un viaje constante sin moverte del sitio...

Cada barrio es un micro-cosmos en el que nada es lo que parece y las sorpresas (buenas o malas) te aguardan tras cada esquina.

Es un conglomerado de pequeños mundos que, a pesar de su grandeza, son cómodos y manejables. No puedo decir que siempre sean accesibles, excepto si vas con la persona adecuada.



No es fácil París, no es nada fácil pero siempre te acoge, aunque a veces no te guarde.

Me siento cómoda allí. Quizá porque yo también soy un contraste, de un extremo a otro.


Volver es como volver a casa. Y es extraño porque nada tengo allí atándome, esperándome...excepto la propia ciudad y sus mundos.






martes, 29 de julio de 2014

LE MÉLANGE

¿En qué consiste la "diferencia"?

Según la RAE es "la cualidad o accidente por el cual algo se distingue de otra cosa" o bien "la variedad entre cosas de una misma especie" .

Yo creo que ahí está la clave. En la palabra "accidente".

Por "accidente" (entendido como casualidad, condicionado por...) todos somos como somos. Raro es el que no se considera (y es) único en su especie aunque todos nos morimos por ser (no sólo por formar) parte del todo social, comunitario (aunque con los matices justos que nos permitan nuestra independencia - dependiente).

Cuando hablamos de parejas "mixtas" (aún no he encontrado la palabra que se me acomode y ando desesperada en su busca y captura) la diferencia (o más bien, las diferencias) pueden entenderse como "variedad". Y no siento que ese término sea peyorativo en absoluto. 

Sin embargo, en algún momento, por uno de esos ardices mágicos del idioma, las diferencias se convierten en algo negativo, que no sólo no enriquece con su "variedad accidental" sino que incluso se permite el lujo de separar.

Y me pregunto por qué.

¿Es algo real o es algo medio imaginario que nos empeñamos en crear?.

No soy igual que otro blanco ¿por qué voy a ser igual a un negro?

Pero tampoco soy,en esencia, diferente a ningún otro blanco u otro negro; tan sólo soy diferente a otras personas con otras ideas, otros valores, otras creencias, otros gustos...

¿Es el color lo que marca la diferencia, lo que actúa de barrera "invisible" y me hace estar en guardia y asumir como cierto que va a haber diferencias?
¿Es la manera de entender el tiempo, el significado del pasado, del presente o del futuro?¿Es la forma de entender la vida?¿La historia y experiencias que nos preceden y de aquellas que vamos formando parte?¿La manera de relacionarse?¿La ritos y costumbres con que disfrazamos los creencias y los sentimientos?¿O son acaso los mismos sentimientos, el modo en que los sentimos y los manifestamos?

¿Qué es lo que nos hace sentir esas diferencias, fruto de meras casualidades, como insalvables?

Uno y otro deben hacerse un hueco, a codazos en ocasiones, en las "variedades" del otro, en sus "costumbrismos" porque forman parte de cada cual.

Supongo que lo mejor es crearse un espacio neutro y desinfectado, en el que uno y otro puedan ser tal como son, aceptándose y respetándose sin matices. Asumiéndose en sus igualdades y en sus divergencias. Arrancándose la piel y cegándose los ojos para quedar sólo en esencia, sin más artificio.

No es ésto algo fácil de conseguir debido a las múltiples "contaminaciones" a las que estamos expuestos cada día y que a veces aprovechan nuestra debilidad. Ni siquiera es una fórmula de éxito eso de las "esencias" porque éstas también mutan, no son fijas e inamovibles.

Somos nosotros los empeñados en separarnos, en diferenciarnos, en ser un todo especial o un individuo único porque eso justifica muchas cosas: la superioridad, la pobreza, la ignorancia, la civilización, la cultura, el desarrollo...

Somos nosotros los que ponemos las barreras, las fronteras invisibles e imaginarias. Es ya una costumbre arraigada que se va pasando de generación en generación. Si no fuera así muchas partes de la historia serían una gran mentira. Y a nadie le gusta ser un perdedor, ni que nadie lo ponga en entredicho. Lo asumimos y ya porque plantearse lo contrario hace tambalearse demasiadas cosas. Y eso da miedo. 

Cuántas veces he tenido que escuchar "cómo puede estar con un negro con lo diferentes que son a nosotros".

Cuántas veces: "¿qué les ves?".

Ni siquiera me enfado ya. Sólo me apena que no sean capaces de ver. Me da vergüenza que se crean en el bando vencedor/superior/civilizado. Que le den un sentido negativo a la "variedad accidental de la diferencia".


Veo PERSONAS. Estoy con una PERSONA, sin envoltorios.

A simple vista tal vez no lo parezca, casi todas nuestras experiencias vitales parecen indicar lo contrario, pero cuando le miro (pero cuando le miro de verdad, sin ver ningún artificio) veo que su esencia es igual a la mía: sus valores, sus sueños, su futuro... Ni siquiera tenemos los mismos gustos ni las mismas creencias, ni los mismos amigos... pero cuando le miro, simplemente soy capaz de verme a mí misma, con todo lo bueno y lo malo que tengo.
Y realmente somos tan diferentes...como puedo serlo de la persona que espera a mi lado el paso del autobús.



viernes, 25 de julio de 2014

SIN TÍTULO

Tu voz trata de acomodarse al tiempo y la distancia.

A mí me cuesta horrores que tu nueva imagen se superponga a la que yo he ido atesorando.

Es como hablar con un desconocido.

Tú sientes lo mismo. Ya lo sé.

Tratas de trasmitirme la seriedad de tus pocos años y de formar una barrera invisible que no me permita acceder al hombre que hoy eres. Incluso ahora que ya había aprendido la manera.

Lo único que puedo es pedirte perdón. Pero no me sale decírtelo. ¿Cómo hacerlo? ¿Qué decirte?

Te pregunto banalidades a las que respondes con monosílabos llenos de los gallos típicos de la adolescencia.

Todavía recuerdo cuánto me dolía pensar que los dedos de tus manitas traspasaran los míos.

¿Qué sentir ahora que ya todo tu cuerpo me ha dejado atrás?.


miércoles, 23 de julio de 2014

DONDE NADIE TE ENCUENTRE

Así como por casualidad, como todas las buenas historias, me encontré yo con esta.

Me llamó la atención primero el título (porque parecía que había una huida o un intento y eso, ahora más que nunca, es lo que más me identifica) y luego la foto de la portada, que tenía un aire medio familiar, a un abuelo en sus años mozos o algo así.

Me lo llevé prestado sin esperar nada más que pasar un buen rato y disfrutar de su lectura. Medio por alto había leído que algo tenía la historia de real.

Nada hacía presagiar el diamante en bruto que estaba escondido en su interior, el descubrimiento, la obsesión que me produjo... Por ello, quiero compartirlo.


Años 20 - 30. España rural, de montes escarpados e inaccesibles excepto para la  escasez  y las hambres (no sólo del cuerpo). Hoy consideradas "Parque Natural". España profunda del Levante, de Castellón. 
En este entorno nace Teresa Pla Meseguer, la menor de unos cuantos hermanos de una familia campesina y pobre. 
Teresa va a ser mujer porque así lo decide su padre, aconsejado por alguien, a la hora de inscribirla en el Registro. 
Nadie sabe si el bebé es realmente un niña o un niño. Teresa tiene una malformación genital (más tarde se descubrirá que es una especie de semi-hermafroditismo). Ante las dudas y para evitarle, cuando le toque el turno, el servicio militar, la inscriben como mujer.
En seguida, la niña es echada al monte para ganar unas cuantas perrillas haciendo trabajos de pastora y alejarla de la maldicencia de los paisanos y paisanas del pueblo y de los golpes de sus hermanas. Nadie sabe cómo comportarse con Teresa. No es como los demás. Y a medida que crece se hace más evidente la diferencia. Ella lo nota y prefiere quedarse en el monte, sola, con sus ovejas, inventando juegos infantiles y haciendo el trabajo duro que le ha tocado. No le gusta estar en el pueblo ni con la gente. Sólo le gustan los niños y los animales. Terreno seguro.
"Teresot ¿qué escondes entre las piernas?"
Cada vez se aísla más. Recorre los montes, se conoce cada camino, cada escondrijo, cada cueva, como si de un juego se tratara. Se siente a gusto allá arriba, protegida.
Su fuerza es descomunal y cada vez se vuelve más hombruna, tratando de esconderlo tras faldas negras y largas. Trabaja como si de dos hombres juntos se tratara y no le hace ascos a ninguna tarea.
La gente la teme y cesan las burlas. Ya no hay juegos de palabras pero sí sutilezas y miradas que son peores que el más descarado de los insultos.


La Guerra Civil la pasa en los montes, cuidando sus rebaños. La vive de oídas más que por experiencias propias y no toma partido por bando alguno.
Por amistad, empieza a hacer de enlace de algunos "maquis", bajando a comprar para ellos o dando algún que otro mensaje. No lo hace tampoco por ideología sino tan solo por amistad.
Nota el ambiente enrarecido y, tras un incidente con la Guardia Civil, que es decisivo para ella, y el asesinato de uno de sus amigos, a manos de éstos últimos, decide echarse al monte. La motiva la rabia y las ganas de aprender a leer y a escribir, que un compañero le promete. Ella nunca fue a la escuela.
Se une como hombre. Escoge el nombre de Florencio, aunque todos lo conocen como La Pastora. En el maquis cada uno escoge lo que quiere ser y Teresa decide poner las cosas en el sitio donde siempre debieron estar.


 En el maquis se siente bien por primera vez en su vida: el grupo, la aceptación, el seguir recorriendo los montes que tan bien conoce, la amistad y el compañerismo, aprender a leer, no tener que esconder lo que es...Encuentra su sitio.

Tras un tiempo se separa, junto con un compañero y deciden hacer las cosas por libre.
Empiezan los asaltos y los asesinatos. Se le imputan 29. Durante una época fue uno de los "criminales" más buscados. Comenzaba la leyenda de La Pastora.

Siempre se declaró inocente de las muertes.
Los que lo conocieron lo creen.

Tras la muerte a balazos de su compañero, sigue escondido, dando esquinazo a la Guardia Civil, durante 2 años en los que vive con un animal en los montes, sobreviviendo como puede, sin ayuda, ni contacto con persona alguna...

Nunca lo hubieran cogido pero...

Esta historia real, dentro de una historia ficticia, es la que Alicia Giménez Bartlett nos cuenta en DONDE NADIE TE ENCUENTRE.

Florencio fascina. Al menos, a mí me fascinó su historia, su lucha tranquila, sus adaptaciones y sus valores; incluso sus fotos, que no puedo dejar de mirar. Como si formaran parte de mi albúm familiar, de mi historia, de la historia de este país (que sangra, que es sangrante, aún hoy).

Aquí un poco de su historia (el reportaje está en catalán pero se entiende bastante bien)




domingo, 20 de julio de 2014

REFLEXIONES DE PAELLA

"Algún día volveré a sonreír así, como todos esos jóvenes de las fotos, de forma serena y despreocupada" (o eso espero) - pienso mientras acabo de hacer la paella del domingo.

Acabo de creearme un oasis efímero: reencuentro con Enya y sorbitos de vino de naranja mientras cocino.Todos los sentidos dejándose llevar (excepto el tacto).

Entra el viento por todas las ventanas abiertas. Amenaza tormenta.

Sin embargo, pienso que todo es posible.


lunes, 7 de julio de 2014

EL INVENTOR DE HISTORIAS

 Cuando llegué aquí no tenía historia.
 Bueno, sí que la tenía pero me dijeron que no era válida, que aquí no le interesaría a nadie, que tan solo complicaría las cosas. Así que me convertí en un hombre sin historia.

     Para mí, para nosotros es inconcebible no tener historia, no mentar a los antepasados, a la tribu, al clan... que te une a otros miles de seres, antes desconocidos, y que de repente te pueden tender la mano, conectarte, ser tus nuevos hermanos. Resultó difícil encerrarlos en lo más recóndito de mi cabeza, bien cerrados con llave, en el semi - olvido (que espero sea momentáneo).

    Ahora ando como perdido. Pero a la búsqueda de una historia que sí valga aquí, en esta nueva tierra, que me devuelva la "humanidad" y permita que me quite esta capa de invisibilidad con la que debo cubrirme.Me siento como un Harry Potter sin varita mágica.

    Alguien me habló de los "inventores de historias". Nadie me explicó cómo lo hacen. Supongo que te mirarán despacio, como evaluando tu espíritu, te harán unas cuantas preguntas para precisar lo que los ojos no ven y por algún tipo de poder secreto te darán una historia que se adapte a ti, te harán un hombre nuevo y orgulloso de mostrarte. No tengo ni idea en qué consistirá su ritual ya que es la primera vez que escucho hablar de este oficio. Imagino que te devolverán tu "yo" pero con la historia adecuada para empezar tu nueva vida. Ya no será necesario encerrar nada en el olvido. Tal vez, sólo lo cambien de forma.

   Tengo una cita. Estoy nervioso. Un amigo le habló de mí a uno de esos hechiceros de las historias y dice que puede ayudarme. Nos ha citado en un bar. Esto me ha sorprendido un poco. Yo pensaba que sería en un lugar "inspirador" y tranquilo, lejos de barullos, que le permitiera leerme bien para ordenar todo mi pasado y mi presente.
Mi amigo dice que debo llevar unos cuantos billetes para "estimularle". Me parece lógico. Estoy nervioso de verdad. Siento como si fuera a una ceremonia de renacimiento. Como un ave fénix o algo así.

  El tipo ha llegado, se ha sentado mirando a los lados, más nervioso incluso que yo. Ha pedido una cerveza (¿no dicen que el alcohol abotarga los sentidos?¿cómo va a poder "ver" dentro de mí si no está en pleno uso de sus capacidades? no me fío) y se la ha bebido casi de trago.
Sin saludar siquiera y sin apenas mirarme, ha puesto 3 folios encima de la grasienta mesa de este bar de las afueras, con la música a tope y una clientela de lo más variopinta, que lo único que hace es lucir sus trajes, hablar a gritos en unas cuantas lenguas incomprensibles a mi oído y beber una cerveza tras otra entre carcajadas.

En este punto me siento desfallecer. Miro a mi amigo para adivinar en su rostro una señal para largarnos pero no hay nada. Él simplemente le sigue el juego a este mentecato que nada tiene de hechicero ni de inventor ni de mágico. A mí, nada ducho en estos temas, me parece simplemente un farsante. No querría tener una nueva historia que viniera de este tipo ni en un millón de vidas. Pero soy incapaz de reaccionar mientras mi amigo le lisonjea. Antes me ha dicho que este sujeto tiene fama de ser el mejor en este arte o oficio o lo que quiera que sea esto de "inventor de historias", que soy afortunado de que nos haya citado tan rápido.

Me dice que mi nombre y mis apellidos, una vez finalizado el trato (previo pago de más dinero para "estimular" su imaginación, claro), serán otros. Es una cuestión de seguridad - añade. Yo no conozco el significado, la historia de este nombre, no me identifico para nada con él ¿cómo voy a hacerlo mío?.
Me tiende los folios, en una letra apretujada y casi ilegible (sino fuera porque están en mayúsculas), con una caligrafía de escuela primaria. Los leo despacio. ¿Este voy a ser yo?¡Un fugitivo?¿Una persona con un pasado tan distinto al mío, tan agresivo, tan triste... sin compartir siquiera el  mismo territorio?. Tiene que ser una broma. Noto todos mis músculos palpitando.

Me levanto desconcertado y fuera de mí con la clara intención de dejar atrás este lugar, a este impostor y esta tarde de mierda. Mi amigo me coge del brazo y me dice que no hay otra solución, que debo sentarme, tranquilizarme y hablar de dinero; que él, mejor que nadie, entiende cómo me siento ahora, que nunca voy a dejar de ser yo mismo pero que, en este momento, lo menos arriesgado es que asuma la historia que me ofrecen. Tal vez no vuelva a tener otra oportunidad.
Todo esto me lo dice en nuestra lengua y esto me transporta a cuando éramos niños y estábamos lejos de todo esto, en el lugar que nos pertenece, con la historia que de verdad es la nuestra, sin mentiras, sin alternativas suicidas.
Él es mi mayor y debo respetarlo. Me siento de nuevo, cabizbajo. Ellos discuten los precios, las entregas... como si mi nuevo yo fuera simplemente un negocio. Bueno, es que eso es lo que es. No puedo engañarme.
No tengo todo el dinero que pide así que mi amigo dice que me lo prestarán, que entre todos los del barrio que ahora están allí harán una cotización y que luego yo iré devolviéndolo poco a poco. Siento que me sube el color. Él lo nota y me tranquiliza diciendo que siempre se hace así.

Apuramos la última cerveza, me guardo los papeles en el bolsillo y salgo de este antro siendo lo que no soy, endeudado con unos amigos que también han dejado de llamarse por los nombres de la infancia, con historias que, en la mayoría de los casos, son tan falsas como la mía. Muchas han dado resultado y ahora sólo mantienen parte de la falsedad y han podido recuperar otra parte de su verdadera historia. Otros muchos no tienen tanta suerte y deben ir probando con nuevas historias cada cierto tiempo.
Esto último me quita un poco la esperanza. Espero no tener que ser de esos.

Mi amigo ríe y me pega unos golpes en la espalda pronunciando mi nuevo nombre. Me siento tan lejos de él, de mí mismo...que apenas me doy cuenta de que le contesto como por instinto.

¿Ves? - me dice - ¿a que no es tan difícil?

Los papeles me queman en el bolsillo de la chaqueta. Miro alrededor y me parece que todo el mundo puede verme de nuevo. Siento, en contra de mi propia tristeza, que he dejado de ser invisible. Eso me tranquiliza.

martes, 3 de junio de 2014

LA OCASIÓN LA PINTAN CALVA


Para entrar con buen pie en un puesto de trabajo, el candidato debe ser elegido (recordemos lo mal vistos que están los "enchufes" en este país ¡!) por el departamento de RR.HH. por sus cualidades, experiencia profesional, formación, aptitudes y actitudes...Y no porque su padre hubiera estado ocupando ese mismo cargo y hubiera decidido jubilarse.

Esta es la situación ahora mismo en España. De forma sorpresiva.

Pues bien. Se nos presenta la oportunidad de hacer que las cosas cambien o, al menos, de intentarlo. Es nuestra responsabilidad.

Si hay un referéndum, y este buen hombre sale elegido, no dudo que hará bien su papel (para eso se ha formado 46 años a nuestra costa, que le hemos dado la mejor educación y en los mejores colegios) pero si no...

Personalmente tengo la certeza de que ganaría (waka waka uhh uhh esto es España) pero también quiero tener la opción, que por derecho me corresponde como ciudadana de lo que queda de este país, de expresarme y de que los demás lo hagan y de que la democracia sea algo más que una palabra. Si saliera el Pacón, imagínate qué buen comienzo, cuánta legitimidad ganaría...¿tendrá la valentía de ponerse a prueba?. Lo dudo.

La ocasión la pintan calva, dicen. Esta es la nuestra.

miércoles, 21 de mayo de 2014

EL NEGOCIO DE ... LA SOLIDARIDAD

ESTO TENÍA QUE PASAR...
Me acaban de soltar en mi cara y en plena calle que tengo una "visión cínica" del mundo. Nunca me lo había planteado así, la verdad.
Lo cierto es que esta mañana me topé con un joven a medio camino entre "rasta" y "niño fresón-alternativo".
Ví, cuando me miró, que valoraba la posibilidad (y ya la daba por hecha) de que yo era una de los suyos (siempre me pasa cuándo me pongo el pañuelo enrollado y estos playeros).
Nunca me paro porque no me gusta perder el tiempo en algo abocado al fracaso ni que ellos, que se están ganando unas perrillas, lo pierdan conmigo.
Sien embargo, hoy me pudo la curiosidad.
"Vendía" ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR, en inglés UNHCR, United Nations High Commissioner for Refugees) es el organismo de las Naciones Unidas encargado de proteger a los refugiados y desplazados por persecuciones o conflictos, y promover soluciones duraderas a su situación, mediante el reasentamiento voluntario en su país de origen o en el de acogida).
Mi intención era escuchar su discurso, el que les enseñan, con sus técnicas de venta como si de un "producto" se tratara, sus argumentos...
Mi buena intención duró un minuto escaso. Decidí dejar ahí el experimento. "No me interesa" - le dije.
Pero como buen comercial que ve que pierde su venta, quiso sondear a ver cuál era mi grieta por la que él podría colarse hábilmente.
Y se lo solté. "No me gusta la institución que te paga, no creo en su discurso. No creo en la ONU. Ni me gusta la cooperación internacional tal como está concebida y realizada hoy en día".
¿Por qué callar?. Sé que decirlo no va a ninguna parte pero nadie me paga, a nadie pertenezco, no debo fidelidad ni alimento a lo políticamente correcto así que ¿por qué no decir lo que pienso (ahora que aún no es delito)?.
Me miró y decidió que iba a desmontar una a una mis palabras.
Hueso duro de roer en este tema, y no sólo por cabezonería.
Venga, muchacho, inténtalo. A ver qué sacamos en claro.
El resumen de una conversación de unos 20 minutos fue el siguiente (y no es mi interpretación de sus palabras sino tal cual fueron dichas):
Un cooperante (no confundir con "voluntario" - me dijo) es una persona super-formada en su materia que decide ir a un lugar donde va a ver cosas terribles, muerte, destrucción y que va a poner su vida en peligro por "ayudar" a otros. Me puso como ejemplo a un joven médico casi recién licenciado.
Como cooperante (no confundir con voluntario, volvió a recalcar) debe cobrar por ese trabajo. Porque salva vidas y sufre cada día por lo que tiene que ver y por las condiciones en los que "los otros" (o los nadies - pensé yo) viven y mueren.
- Cierto - le dije - pero ¿alguien, a parte de su organización le pidió que fuera a salvar, a sufrir y a trabajar allí?.
- Claro!!. El pueblo!!. (Por clamor popular, me pregunté yo)
Ah! siendo así ...¿Y si, como médico, tomas la sana decisión voluntaria de irte de "cooperante" no sería bueno que te mezclaras más con la población local, que te implicaras más en su comunidad, que vivieras más acorde a las vidas de las personas con las que trabajas, que fueran para ti algo más que heridas abiertas que coser? - le pregunté (matizo aquí que hablo siempre generalizando porque ni tanto ni tan poco) - ¿No sería lógico que si no quieres ser un médico - oposición y tienes la firme voluntad y convicción de trabajar en condiciones distintas no te "güetizaras" con los tuyos, llevando (pese a lo que pese) un nivel de vida altamente superior al resto del personal y vecinos de la zona, viviendo en "barrios seguros"(que muchas veces equivalen a lo que doy en dominar "zonas Moraleja"), aceptando sueldos muy por encima de lo que cobra allí el mismo trabajador especialista local...?.
- Pues no - me dice - Es lógico que después de ver todo eso quieras desconectar ¿No se lo merece acaso después de lo ha hecho, renunciando a todo por estar allí?. ¿No se merece cobrar un buen sueldo (te parece mucho 2000€ por su labor - me pregunta) y poder comprarse aquí un pisito (así lo expresó, en diminutivo) y formar una familia y poder jubilarse aquí a su vuelta?.
- Y la gente de allí ¿no se merece eso también?. Y porqué va a querer volver si se fue porque quiso siguiendo su "vocación".
- Todos quieren volver. Hasta los refugiados de los campos.
- ¿Ves ahora porque no puedo estar de acuerdo?Porque todo eso (vuelvo a matizar: generalización) es un NEGOCIO. Y esto no se trata de eso ¡sabes?. Porque toda esa gente que no les pidió que fueran a ayudar son PERSONAS y no ANIMALES. Esa es la diferencia. No son "productos" de los que sacar un provecho, ni con los que negociar...
La ONU es un negocio de la hipocresía, por ejemplo. ¿Te puedo hablar de RDC?
- Congo, mi tema favorito - me contesta viendo una brecha y empieza a soltar los típicos datos que estoy harta de oír y que me conozco de memoria: IDH, país más pobre del mundo, 80% del coltán...blablaba
- ¿Sabes lo que pasa allí?¿Lo que pasa de verdad?
- Sí, por supuesto. Estoy bien informado. Me leo todas las noticias de internet. Soy un poco friki ¿sabes?.
- ¿Sabes lo que pasa en los campos de ACNUR?¿Lo que pasa en Kinshasa con los cooperante?¿Lo que hace el MONUSCO?¿la reacción de la gente?¿Las elecciones fraudulentas que tu ONU amparó? ¿de verdad lo sabes?
- Sí - afirmó rotundo - Te digo que estoy bien informado pero nosotros no somos la ONU (ojos como platossssssssssss). Pero vale más "salvar" (sí, sí esa es la palabra que empleó) a 20 si se puede que no a ninguno (aquí llegaramos). Porque el dinero que nos financia viene con condicionantes. EEUU nos da dinero para los campos pero eso no es gratis, pide contraprestaciones. ¿No es mejor eso que nada?
- Yo a eso lo llamo venderse.
- Esa es la única manera que cambiar el mundo (¿entrando en el sucio juego de la rosca que gira y gira y nunca se termina???).
- Ya. Pues siento decirte que eso sólo cambia el momento de las personas que tienen la suerte de beneficiarse de él pero no el mundo, muchacho. Para cambiar el mundo se necesita bastante más: Denunciar, Negarse, Cooperar (pero de verdad en el sentido literal del término).
- Intuyo que tampoco crees en AI, con esa visión tan cínica del mundo ¿no?
- Exacto.
- Te aconsejo que te informes más y busques por internet (¿Será osado?)
- Estoy bien informada (incluso a veces más de lo que me gustaría), te lo aseguro. Yo no vendo nada, sólo vivo. Da igual esto pero yo era así como tú. Soy trabajadora social y bueno...
- Se te nota. Vosotros, los trabajadores sociales y los educadores sociales teneis un perfil muy concreto y más bien radical y cínico como si....
- Pues esta opinión mía no es compartida por demasiados colegas así que...
- Por cierto ¿dónde está ACNUR Y AI Y DEMÁS FAMILIA en lo que está pasado en RDC?
- En los campamentos...
- ¿sabes las deportaciones masivas de congoleños de Brazza a Kinshasa?¿por que sabes que hay 2 congos, no?.
- Por supuesto que sé que hay 2 Congos y lo de las deportaciones...
- ¿Sí?¿Y dónde lo has visto?Porque que yo sepa no está saliendo en los medios ni en apenas sitios...
- En Internet, ya te lo dije. (dios mío!! Esteban, si mira el otro día para encontrar algo!!!!!) Yo sé de lo que hablo. ¿Has estado tú allí acaso?
- Aún no pero mi familia sí que lo está (error: no debí decirlo pero ya era tanta la rabia acumulada que me sentía como el gato al que la curiosidad empezaba a matar?.
- Pues yo no tengo la "suerte" (tonito) de que tener allí a mi familia, yo soy de los que se lo curra buscando información sin tener motivo para hacerlo, sólo por el gusto de saber qué pasa...
Sentí que el rata-fresa ya no quería seguir siendo mi amigo, que ya no sentía que yo podía ser uno de los suyos sino que además empezaba a odiarme. Era el momento de la retirada.
- Buenos días - dije dándome la vuelta.
No sé porqué pero me temblaban las piernas.
Fue un acto gratuito por mi parte. No lleva a ningún sitio. Lo sé. Lo único que me da miedo es el fondo.
No por este pobre hombre que se saca unas perrillas sino por el concepto y no de él, que no deja de ser un vendedor, un comercial...¡Cuánta gente dedicada a este "negocio" pensará igual?.
Tal vez yo sea un poco radical. Todos me conoceis y sabeis mi obsesión e implicación en este tema, mis opiniones a veces salvajes, que chocan contra todo lo establecido aquí...pero estas cosas no hacen más que reforzarme en mi posición de una manera incluso violenta.
Ya sé porqué me temblaban las piernas.
De miedo...