martes, 29 de julio de 2014

LE MÉLANGE

¿En qué consiste la "diferencia"?

Según la RAE es "la cualidad o accidente por el cual algo se distingue de otra cosa" o bien "la variedad entre cosas de una misma especie" .

Yo creo que ahí está la clave. En la palabra "accidente".

Por "accidente" (entendido como casualidad, condicionado por...) todos somos como somos. Raro es el que no se considera (y es) único en su especie aunque todos nos morimos por ser (no sólo por formar) parte del todo social, comunitario (aunque con los matices justos que nos permitan nuestra independencia - dependiente).

Cuando hablamos de parejas "mixtas" (aún no he encontrado la palabra que se me acomode y ando desesperada en su busca y captura) la diferencia (o más bien, las diferencias) pueden entenderse como "variedad". Y no siento que ese término sea peyorativo en absoluto. 

Sin embargo, en algún momento, por uno de esos ardices mágicos del idioma, las diferencias se convierten en algo negativo, que no sólo no enriquece con su "variedad accidental" sino que incluso se permite el lujo de separar.

Y me pregunto por qué.

¿Es algo real o es algo medio imaginario que nos empeñamos en crear?.

No soy igual que otro blanco ¿por qué voy a ser igual a un negro?

Pero tampoco soy,en esencia, diferente a ningún otro blanco u otro negro; tan sólo soy diferente a otras personas con otras ideas, otros valores, otras creencias, otros gustos...

¿Es el color lo que marca la diferencia, lo que actúa de barrera "invisible" y me hace estar en guardia y asumir como cierto que va a haber diferencias?
¿Es la manera de entender el tiempo, el significado del pasado, del presente o del futuro?¿Es la forma de entender la vida?¿La historia y experiencias que nos preceden y de aquellas que vamos formando parte?¿La manera de relacionarse?¿La ritos y costumbres con que disfrazamos los creencias y los sentimientos?¿O son acaso los mismos sentimientos, el modo en que los sentimos y los manifestamos?

¿Qué es lo que nos hace sentir esas diferencias, fruto de meras casualidades, como insalvables?

Uno y otro deben hacerse un hueco, a codazos en ocasiones, en las "variedades" del otro, en sus "costumbrismos" porque forman parte de cada cual.

Supongo que lo mejor es crearse un espacio neutro y desinfectado, en el que uno y otro puedan ser tal como son, aceptándose y respetándose sin matices. Asumiéndose en sus igualdades y en sus divergencias. Arrancándose la piel y cegándose los ojos para quedar sólo en esencia, sin más artificio.

No es ésto algo fácil de conseguir debido a las múltiples "contaminaciones" a las que estamos expuestos cada día y que a veces aprovechan nuestra debilidad. Ni siquiera es una fórmula de éxito eso de las "esencias" porque éstas también mutan, no son fijas e inamovibles.

Somos nosotros los empeñados en separarnos, en diferenciarnos, en ser un todo especial o un individuo único porque eso justifica muchas cosas: la superioridad, la pobreza, la ignorancia, la civilización, la cultura, el desarrollo...

Somos nosotros los que ponemos las barreras, las fronteras invisibles e imaginarias. Es ya una costumbre arraigada que se va pasando de generación en generación. Si no fuera así muchas partes de la historia serían una gran mentira. Y a nadie le gusta ser un perdedor, ni que nadie lo ponga en entredicho. Lo asumimos y ya porque plantearse lo contrario hace tambalearse demasiadas cosas. Y eso da miedo. 

Cuántas veces he tenido que escuchar "cómo puede estar con un negro con lo diferentes que son a nosotros".

Cuántas veces: "¿qué les ves?".

Ni siquiera me enfado ya. Sólo me apena que no sean capaces de ver. Me da vergüenza que se crean en el bando vencedor/superior/civilizado. Que le den un sentido negativo a la "variedad accidental de la diferencia".


Veo PERSONAS. Estoy con una PERSONA, sin envoltorios.

A simple vista tal vez no lo parezca, casi todas nuestras experiencias vitales parecen indicar lo contrario, pero cuando le miro (pero cuando le miro de verdad, sin ver ningún artificio) veo que su esencia es igual a la mía: sus valores, sus sueños, su futuro... Ni siquiera tenemos los mismos gustos ni las mismas creencias, ni los mismos amigos... pero cuando le miro, simplemente soy capaz de verme a mí misma, con todo lo bueno y lo malo que tengo.
Y realmente somos tan diferentes...como puedo serlo de la persona que espera a mi lado el paso del autobús.



viernes, 25 de julio de 2014

SIN TÍTULO

Tu voz trata de acomodarse al tiempo y la distancia.

A mí me cuesta horrores que tu nueva imagen se superponga a la que yo he ido atesorando.

Es como hablar con un desconocido.

Tú sientes lo mismo. Ya lo sé.

Tratas de trasmitirme la seriedad de tus pocos años y de formar una barrera invisible que no me permita acceder al hombre que hoy eres. Incluso ahora que ya había aprendido la manera.

Lo único que puedo es pedirte perdón. Pero no me sale decírtelo. ¿Cómo hacerlo? ¿Qué decirte?

Te pregunto banalidades a las que respondes con monosílabos llenos de los gallos típicos de la adolescencia.

Todavía recuerdo cuánto me dolía pensar que los dedos de tus manitas traspasaran los míos.

¿Qué sentir ahora que ya todo tu cuerpo me ha dejado atrás?.


miércoles, 23 de julio de 2014

DONDE NADIE TE ENCUENTRE

Así como por casualidad, como todas las buenas historias, me encontré yo con esta.

Me llamó la atención primero el título (porque parecía que había una huida o un intento y eso, ahora más que nunca, es lo que más me identifica) y luego la foto de la portada, que tenía un aire medio familiar, a un abuelo en sus años mozos o algo así.

Me lo llevé prestado sin esperar nada más que pasar un buen rato y disfrutar de su lectura. Medio por alto había leído que algo tenía la historia de real.

Nada hacía presagiar el diamante en bruto que estaba escondido en su interior, el descubrimiento, la obsesión que me produjo... Por ello, quiero compartirlo.


Años 20 - 30. España rural, de montes escarpados e inaccesibles excepto para la  escasez  y las hambres (no sólo del cuerpo). Hoy consideradas "Parque Natural". España profunda del Levante, de Castellón. 
En este entorno nace Teresa Pla Meseguer, la menor de unos cuantos hermanos de una familia campesina y pobre. 
Teresa va a ser mujer porque así lo decide su padre, aconsejado por alguien, a la hora de inscribirla en el Registro. 
Nadie sabe si el bebé es realmente un niña o un niño. Teresa tiene una malformación genital (más tarde se descubrirá que es una especie de semi-hermafroditismo). Ante las dudas y para evitarle, cuando le toque el turno, el servicio militar, la inscriben como mujer.
En seguida, la niña es echada al monte para ganar unas cuantas perrillas haciendo trabajos de pastora y alejarla de la maldicencia de los paisanos y paisanas del pueblo y de los golpes de sus hermanas. Nadie sabe cómo comportarse con Teresa. No es como los demás. Y a medida que crece se hace más evidente la diferencia. Ella lo nota y prefiere quedarse en el monte, sola, con sus ovejas, inventando juegos infantiles y haciendo el trabajo duro que le ha tocado. No le gusta estar en el pueblo ni con la gente. Sólo le gustan los niños y los animales. Terreno seguro.
"Teresot ¿qué escondes entre las piernas?"
Cada vez se aísla más. Recorre los montes, se conoce cada camino, cada escondrijo, cada cueva, como si de un juego se tratara. Se siente a gusto allá arriba, protegida.
Su fuerza es descomunal y cada vez se vuelve más hombruna, tratando de esconderlo tras faldas negras y largas. Trabaja como si de dos hombres juntos se tratara y no le hace ascos a ninguna tarea.
La gente la teme y cesan las burlas. Ya no hay juegos de palabras pero sí sutilezas y miradas que son peores que el más descarado de los insultos.


La Guerra Civil la pasa en los montes, cuidando sus rebaños. La vive de oídas más que por experiencias propias y no toma partido por bando alguno.
Por amistad, empieza a hacer de enlace de algunos "maquis", bajando a comprar para ellos o dando algún que otro mensaje. No lo hace tampoco por ideología sino tan solo por amistad.
Nota el ambiente enrarecido y, tras un incidente con la Guardia Civil, que es decisivo para ella, y el asesinato de uno de sus amigos, a manos de éstos últimos, decide echarse al monte. La motiva la rabia y las ganas de aprender a leer y a escribir, que un compañero le promete. Ella nunca fue a la escuela.
Se une como hombre. Escoge el nombre de Florencio, aunque todos lo conocen como La Pastora. En el maquis cada uno escoge lo que quiere ser y Teresa decide poner las cosas en el sitio donde siempre debieron estar.


 En el maquis se siente bien por primera vez en su vida: el grupo, la aceptación, el seguir recorriendo los montes que tan bien conoce, la amistad y el compañerismo, aprender a leer, no tener que esconder lo que es...Encuentra su sitio.

Tras un tiempo se separa, junto con un compañero y deciden hacer las cosas por libre.
Empiezan los asaltos y los asesinatos. Se le imputan 29. Durante una época fue uno de los "criminales" más buscados. Comenzaba la leyenda de La Pastora.

Siempre se declaró inocente de las muertes.
Los que lo conocieron lo creen.

Tras la muerte a balazos de su compañero, sigue escondido, dando esquinazo a la Guardia Civil, durante 2 años en los que vive con un animal en los montes, sobreviviendo como puede, sin ayuda, ni contacto con persona alguna...

Nunca lo hubieran cogido pero...

Esta historia real, dentro de una historia ficticia, es la que Alicia Giménez Bartlett nos cuenta en DONDE NADIE TE ENCUENTRE.

Florencio fascina. Al menos, a mí me fascinó su historia, su lucha tranquila, sus adaptaciones y sus valores; incluso sus fotos, que no puedo dejar de mirar. Como si formaran parte de mi albúm familiar, de mi historia, de la historia de este país (que sangra, que es sangrante, aún hoy).

Aquí un poco de su historia (el reportaje está en catalán pero se entiende bastante bien)




domingo, 20 de julio de 2014

REFLEXIONES DE PAELLA

"Algún día volveré a sonreír así, como todos esos jóvenes de las fotos, de forma serena y despreocupada" (o eso espero) - pienso mientras acabo de hacer la paella del domingo.

Acabo de creearme un oasis efímero: reencuentro con Enya y sorbitos de vino de naranja mientras cocino.Todos los sentidos dejándose llevar (excepto el tacto).

Entra el viento por todas las ventanas abiertas. Amenaza tormenta.

Sin embargo, pienso que todo es posible.


lunes, 7 de julio de 2014

EL INVENTOR DE HISTORIAS

 Cuando llegué aquí no tenía historia.
 Bueno, sí que la tenía pero me dijeron que no era válida, que aquí no le interesaría a nadie, que tan solo complicaría las cosas. Así que me convertí en un hombre sin historia.

     Para mí, para nosotros es inconcebible no tener historia, no mentar a los antepasados, a la tribu, al clan... que te une a otros miles de seres, antes desconocidos, y que de repente te pueden tender la mano, conectarte, ser tus nuevos hermanos. Resultó difícil encerrarlos en lo más recóndito de mi cabeza, bien cerrados con llave, en el semi - olvido (que espero sea momentáneo).

    Ahora ando como perdido. Pero a la búsqueda de una historia que sí valga aquí, en esta nueva tierra, que me devuelva la "humanidad" y permita que me quite esta capa de invisibilidad con la que debo cubrirme.Me siento como un Harry Potter sin varita mágica.

    Alguien me habló de los "inventores de historias". Nadie me explicó cómo lo hacen. Supongo que te mirarán despacio, como evaluando tu espíritu, te harán unas cuantas preguntas para precisar lo que los ojos no ven y por algún tipo de poder secreto te darán una historia que se adapte a ti, te harán un hombre nuevo y orgulloso de mostrarte. No tengo ni idea en qué consistirá su ritual ya que es la primera vez que escucho hablar de este oficio. Imagino que te devolverán tu "yo" pero con la historia adecuada para empezar tu nueva vida. Ya no será necesario encerrar nada en el olvido. Tal vez, sólo lo cambien de forma.

   Tengo una cita. Estoy nervioso. Un amigo le habló de mí a uno de esos hechiceros de las historias y dice que puede ayudarme. Nos ha citado en un bar. Esto me ha sorprendido un poco. Yo pensaba que sería en un lugar "inspirador" y tranquilo, lejos de barullos, que le permitiera leerme bien para ordenar todo mi pasado y mi presente.
Mi amigo dice que debo llevar unos cuantos billetes para "estimularle". Me parece lógico. Estoy nervioso de verdad. Siento como si fuera a una ceremonia de renacimiento. Como un ave fénix o algo así.

  El tipo ha llegado, se ha sentado mirando a los lados, más nervioso incluso que yo. Ha pedido una cerveza (¿no dicen que el alcohol abotarga los sentidos?¿cómo va a poder "ver" dentro de mí si no está en pleno uso de sus capacidades? no me fío) y se la ha bebido casi de trago.
Sin saludar siquiera y sin apenas mirarme, ha puesto 3 folios encima de la grasienta mesa de este bar de las afueras, con la música a tope y una clientela de lo más variopinta, que lo único que hace es lucir sus trajes, hablar a gritos en unas cuantas lenguas incomprensibles a mi oído y beber una cerveza tras otra entre carcajadas.

En este punto me siento desfallecer. Miro a mi amigo para adivinar en su rostro una señal para largarnos pero no hay nada. Él simplemente le sigue el juego a este mentecato que nada tiene de hechicero ni de inventor ni de mágico. A mí, nada ducho en estos temas, me parece simplemente un farsante. No querría tener una nueva historia que viniera de este tipo ni en un millón de vidas. Pero soy incapaz de reaccionar mientras mi amigo le lisonjea. Antes me ha dicho que este sujeto tiene fama de ser el mejor en este arte o oficio o lo que quiera que sea esto de "inventor de historias", que soy afortunado de que nos haya citado tan rápido.

Me dice que mi nombre y mis apellidos, una vez finalizado el trato (previo pago de más dinero para "estimular" su imaginación, claro), serán otros. Es una cuestión de seguridad - añade. Yo no conozco el significado, la historia de este nombre, no me identifico para nada con él ¿cómo voy a hacerlo mío?.
Me tiende los folios, en una letra apretujada y casi ilegible (sino fuera porque están en mayúsculas), con una caligrafía de escuela primaria. Los leo despacio. ¿Este voy a ser yo?¡Un fugitivo?¿Una persona con un pasado tan distinto al mío, tan agresivo, tan triste... sin compartir siquiera el  mismo territorio?. Tiene que ser una broma. Noto todos mis músculos palpitando.

Me levanto desconcertado y fuera de mí con la clara intención de dejar atrás este lugar, a este impostor y esta tarde de mierda. Mi amigo me coge del brazo y me dice que no hay otra solución, que debo sentarme, tranquilizarme y hablar de dinero; que él, mejor que nadie, entiende cómo me siento ahora, que nunca voy a dejar de ser yo mismo pero que, en este momento, lo menos arriesgado es que asuma la historia que me ofrecen. Tal vez no vuelva a tener otra oportunidad.
Todo esto me lo dice en nuestra lengua y esto me transporta a cuando éramos niños y estábamos lejos de todo esto, en el lugar que nos pertenece, con la historia que de verdad es la nuestra, sin mentiras, sin alternativas suicidas.
Él es mi mayor y debo respetarlo. Me siento de nuevo, cabizbajo. Ellos discuten los precios, las entregas... como si mi nuevo yo fuera simplemente un negocio. Bueno, es que eso es lo que es. No puedo engañarme.
No tengo todo el dinero que pide así que mi amigo dice que me lo prestarán, que entre todos los del barrio que ahora están allí harán una cotización y que luego yo iré devolviéndolo poco a poco. Siento que me sube el color. Él lo nota y me tranquiliza diciendo que siempre se hace así.

Apuramos la última cerveza, me guardo los papeles en el bolsillo y salgo de este antro siendo lo que no soy, endeudado con unos amigos que también han dejado de llamarse por los nombres de la infancia, con historias que, en la mayoría de los casos, son tan falsas como la mía. Muchas han dado resultado y ahora sólo mantienen parte de la falsedad y han podido recuperar otra parte de su verdadera historia. Otros muchos no tienen tanta suerte y deben ir probando con nuevas historias cada cierto tiempo.
Esto último me quita un poco la esperanza. Espero no tener que ser de esos.

Mi amigo ríe y me pega unos golpes en la espalda pronunciando mi nuevo nombre. Me siento tan lejos de él, de mí mismo...que apenas me doy cuenta de que le contesto como por instinto.

¿Ves? - me dice - ¿a que no es tan difícil?

Los papeles me queman en el bolsillo de la chaqueta. Miro alrededor y me parece que todo el mundo puede verme de nuevo. Siento, en contra de mi propia tristeza, que he dejado de ser invisible. Eso me tranquiliza.