martes, 12 de febrero de 2013

¿DÓNDE ESTÁ AHORA LA DIFERENCIA?

Se acerca de nuevo el "tiempo de mangos" y aquí cada vez hace más frío. Un frío intenso que cala hasta los huesos haciéndose un nido en ellos, como si tuviese intención de instalarse en ellos un largo tiempo. La lluvia constante no ayuda mucho.
Guerras inventadas de traen muertos allá lejos. Muertos sin guerras aparentes, a los que les quitan algo menos material que lo que habita en una casa acá cerca. Papas que renuncian (¿a la fé?¿al poder?¿a los fieles?¿a sí mismos?). Políticos que no lo hacen, a pesar de que muchas voces se lo piden. Ladrones que andan sueltos e inocentes que cumplen surrealistas condenas. Niños soldado allá lejos. Niños sin futuro acá cerca. Esclavos a cielo abierto. Libres sin trabajo...

Al final, no creo que sea tan diferente. Excepto por la brutalidad y los millones de muertos a los que nadie mira (o nadie se atreve a mirar) porque no nos sentimos identificados con ellos. Otro mundo, otra cultura, otro país, otro continente. Otro color. "No hay color" - decíamos antes. Pero ahora ni siquiera eso cuenta porque todo es una cuestión de tintes, de matices, de "mechas". Al final nos hemos tintado del mismo color: del de la podredumbre (económica, social, política, educativa, sanitaria, laboral...moral!!!!). Es difícil escapar de eso.

Ahora ya no somos expatriados (aunque nosotros sigamos considerándonos así por no perder el hilo de dignidad que aún parece quedarnos).
Somos inmigrantes. A veces (cada vez más) incluso molestos para los otros. Como antes otros lo fueron para nosotros.

Ahora ya no nos vamos por "afán aventurero" (aunque haya políticos que sigan creyéndoselo).
Huimos.
Del paro. De la privatización. De la falta de oportunidades. De la mediocridad. De la corrupción. De los telediarios (sí, tengo la firme convicción de que después de ver un telediario el primer impulso es hacer las maletas). Del "suelo de cristal" que pisamos y que en cualquier momento puede precipitarnos a un abismo impensable (no hace tanto). De la falta de futuro. De la falta de esperanzas. De una justicia injusta. De una cultura inculta. De una política apolítica. De nosotros mismos. De lo que fuimos y, sobre todo, de en lo que vamos camino a convertirnos (y nos aterroriza).

No somos tan diferentes.

Ellos saltan vallas, conducen miserables barcazas, se inventan otra vida en una tarjeta de embarque hacia el paraíso.

Nosotros atravesamos fronteras inexistentes, pagando peajes, para escapar de nuestro "paraíso" particular antes de que sea demasiado tarde. No nos es necesario inventarnos otras vidas porque ya nos parece que tenemos bastante con la nuestra. No entendemos qué ha podido pasar. Casi nos parece surrealista. A veces, incluso nos entra la risa floja.

Antes eramos parte de los "ricos". Ahora nos empeñamos en no ser el pariente pobre.

Es duro aceptarlo. Al menos en tan poco tiempo. Tan de sopetón.

Ellos ya lo tienen asumido. Juegan con ventaja en ese aspecto. Un lastre menos.

¿Dónde está ahora la diferencia?