miércoles, 7 de mayo de 2014

DE viejos REPORTEROS Y DE periodistas Y DE GUERRAS olvidadas

Siempre quise ser periodista.

De pequeña, cuando aún no sabía ni leer ni escribir, cogía una guía telefónica caducada y me ponía a imitar a los presentadores del telediario dando las noticias del día. Por entonces, ellos tenían los guiones en papel (aún la tecnología no había llegado a nuestras vidas, poseyéndolas) y de vez en cuando, echaban una mirada rápida a sus folios para no perder el norte.

Pero lo que más que gustaba eran los reporteros de guerra y los corresponsales en exóticos países (en aquella época, todo me parecía exótico por desconocido y lejano).
En este apartado, tenía un héroe y una heroína, como todo cuento infantil que se precie: Arturo Pérez- Reverte y Rosa Mª Calaf. Los seguía con atención y aprendía palabras y términos que no comprendía y a los que ni siquiera era capaz de darles un sentido. Me encantaba cómo sonaban en sus bocas, la seriedad que implicaban y el conocimiento y profesionalidad que se desprendían de ellas. No fue hasta mucho después que aquellas "palabras mágicas" adquirieron todo su sentido, volviéndose todo lo crueles y deshumanizadas que en realidad eran. Pero, como digo, eso fue mucho después, cuando una ya había tomado conciencia del mundo en el que le había tocado vivir, donde el exotismo, los viajes y las guerras ya no eran lo que una se pensaba de niña.

Cuando alguien me preguntaba qué quería ser de mayor, nunca vacilé en la respuesta: Periodista. Ni tampoco en la matización: Corresponsal de Guerra.

Supongo (y ya sé que está feo eso de echarle a alguien la culpa) que Salgari y Verne tuvieron la culpa de que yo viera esta profesión como un libro de aventuras en el que todo era posible y donde siempre ganaban los buenos, saliendo airosos de cualquier peligro, solamente con unos cuantos arañazos.

Pérez - Reverte y la Calaf siempre me transmitieron, a través de la pantalla y las múltiples distancias,  la serenidad del que cuenta lo que sabe, de un viejo código ético y de valores, de mostrar la realidad por muy cruda que sea con una explicación fácil que todo el mundo comprenda, de buscar el trasfondo a una imagen que parece que se explica por sí misma... Algo así como "la verdad os hará libres".
Tal vez ellos no eran realmente las personas que yo creía ni tampoco tenían intención alguna de transmitir todo eso que sentía al verlos y escucharlos en el telediario de las 3 de la tarde. Tal vez cogí sus imágenes y sus noticias y creé yo misma unos personajes a mi infantil medida. No lo sé. Lo que sí me quedó grabado fue la "sed" de querer saber qué pasaba allá lejos y por qué, escuchando varias versiones, buscando y rebuscando hasta encontrar algo parecido a la verdad por mucho miedo que diera el resultado.

Por eso, hoy, al ver en retrospectiva todos estos recuerdo por muy infantiles que sean, sigo sin entender que un periodista se ponga al servicio de algo que no sea la información verídica o al menos real, sin omisiones ni malas artes.

En esta época (mal) llamada "de la información"  yo creo que es cuando peor informados estamos. Bien es cierto que existen medios alternativos, periodistas eficientes y eficaces que llevan su profesión con dignidad, que rebuscan en los estercoleros de noticias y rescatan algunas, que si no fuera por ellos se perderían para siempre en el olvido y en la terrorífica espiral de la (des) información (si no es noticia, no existe). Personas con valores y estómago para no callar lo que ven y no conformarse con lo que les cuentan o con lo que, en principio, saben. Montadores de inmensos puzzles.

Sigo sin entender que algunos utilicen la profesión para su "uso personal" con el beneficio (económico/de prestigio) que esto les reporte. No lo entiendo.

Seré una cándida e inocente mujer en este tema. El mundo está así montado - me dirán: todo es una carrera de competencia en la que sólo importa el resultado final. La esencia se pierde por el camino y a pocos les importa. Los medios utilizados tampoco importan.

Y si digo que cada vez me gusta menos esta concepción del mundo y cómo nos lo estamos montando, ya me gritarán que me baje si no me gusta y me tirarán diversas frutas y verduras por gilipollas. Así andamos.

Volviendo al tema periodístico...

¿Cómo es posible que teniendo la posición (el atrio: periódico, canal, emisora, redes...) alguien sepa la verdad de una situación, con pruebas, con experiencias... y simplemente se la calle?. Como si no existiera. Como si la "verdad verdadera" fuera la oficial. La que todo el mundo cree, la que todo el mundo (cree) sabe(r). Lo simplista.
¿Cómo es posible que además esta persona sea respetada y "alabada" por otros llamados también periodistas y personajes varios?¿Porque ellos no saben, porque también callan?.
¿ Cuándo, cómo y por qué se decide si una noticia es noticia o no?¿Quién le da el rango de "relevante"?. ¿Quién y cómo se decide si a la gente (ignorante aún de ella) le va a interesar o no?.

Por todo esto creo que estamos más bien en la "era de la DESinformación". Muchos se dejaran llevar, cansados por sus otras preocupaciones y lo darán por bueno. Otros buscarán alternativas. Otros pocos dejarán de buscar, escépticos ante todo. Otros nos quedaremos en un medio - limbo. Sin creer del todo pero buscando hilos a los que agarrarnos para no perder del todo la fe.

Al final, no llegué a ser periodista como soñaba de pequeña (aunque sigo practicando el arte de escribir con más o menos acierto) . Aprendí rápido que una cosa son los sueños y otra las realidades adaptadas.

Sigo leyendo a Pérez - Reverte de cuando en cuando. Ahora lo veo simplemente como un hombre real que escribe y sigue manteniendo parte de esa integridad que siempre le intuí.

Rosa Mª Calaf sigue pareciendose a lo que siempre quise ser de mayor.

Y de "reportera de guerra"... Pues me encontré con una. Y he de decir que, desde la barrera y seguridad de la distancia,  reporto a quien quiera escucharlo todo aquello que no se cuenta sobre ella, aquello que a muchos no les interesa que salga a la luz (qué importa que muchos-pocos la denuncien si nuestras voces no llegan muy alto ni muy lejos) y que tratan de disfrazar, de omitir, de hacer que se olvide.
Busco las piezas del puzzle en mis ratos libres y las voy juntando con mucho dolor.

Esto es lo único que he conseguido.

Ah! y ya he dejado de utilizar guías telefónicas. Ahora uso algo parecido a un blog.



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