lunes, 21 de abril de 2014

EL ABUELO



Así es como me gustaría recordarte: lleno de colores, divertido, peculiar, inventándote chistes, contando historias que nunca se sabía si eran reales o producto de alguna alucinación, diciendo la última palabra: Y punto, riendo...

Me aferro a esta imagen, a pesar de todos los amores y los odios que nos llevamos demostrando a lo largo de todos estos años de conocernos - desconocernos - reconocernos.

Me niego a recordarte lleno de amargura, pidiendo una eutanasia en cada frase, con el ceño siempre fruncido y un gruñido siempre dispuesto a salir de tu boca. No me gusta recordarte cada vez más delgado, dependiente, callado por terquedad porque ya hablaste todo lo tenías que hablar - dices, inmóvil por la misma cabezonería: ya caminaste todo lo que tenías que caminar - repites como una letanía. No me gusta pensarte como alguien abúlico, inapetente, sin gusto por la vida, que se castiga no disfrutando de la música, de la comida, de una buena película. Tú, siempre tan vital, tan enérgico...

Tú te niegas a seguir. Dices que estás cansado.

Yo me niego a verte en tu abandono, en el que tratas de arrastrarnos.
Me niego a que estas imágenes, estas palabras sean lo último que nos des.
Me niego a que lo malo se vaya apoderando poco a poco de mis recuerdos y ya no consiga pensar en ti en positivo.

No quiero porque eso no es lo que tú eres, lo que llevas enseñándome con brutalidad toda mi vida, lo que tantas lágrimas me costó aprender (y sobre todo, valorar). Siempre la risa, por encima de todo, a pesar de todo.

Ahora cuesta dios y ayuda sacarte una sonrisa torva, que nunca sé cómo interpretar pero con la que me contento y me conformo.

Yo también estoy cansada. Eso no te lo digo ¿para qué sacarte de tu mundo?. Y no sé si voy a conseguir lo que pretendo, eso de luchar por imponer mis propios recuerdos. Pero creo que te debo intentarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario