domingo, 20 de abril de 2014

TARDE DE CAFÉ Y DOMINGO

No es bueno apartarse del mundo aunque no se quiera interactuar con él. No queda otra que mantenerse aunque sólo sea como "observador".

Esto me dije hoy y, después de caminar un rato para despejar mi cabeza o abstraerla o anestesiarme, entré a tomar un café. Saqué mi libro electrónico y esperé por la camarera con el dinero preparado sobre la mesa. Me gusta hacerlo así para que luego nada me moleste. Todo en una misma acción.



Noté que algo se paraba frente a mí y, un poco molesta, levanté los ojos.

 No me interesaban ninguna de las baratijas que vendía.

Nunca sé qué cara poner en estar circunstancias (ni siquiera me sale bien la famosa "cara de circunstancias"). Frunzo un poco los labios en una especie de sonrisa triste de "te comprendo y me apena tu suerte" y miro a los ojos para que vean que es cierto, que no rehuyo. Luego, lentamente, sin altanería alguna (o eso pretendo), muevo la cabeza de un lado a otro. Normalmente eso basta.

No se movía. Murmuró algo de forma atropellada. No entendí. Había levantado los ojos del libro pero parecía que mis orejas seguían pegadas a él.

Reconozco que soy un poco brusca No lo hago de forma premeditada sino que me sale una especie de ladrido cuando llevo mucho tiempo en silencio (y esta tarde lo llevaba). Pregunté "¿el qué?" en un tono que me desalentó incluso a mí misma.

Me repitió despacio: "Un euro para comer".

Y se lo dí.

Luego sentí vértigo.

No éramos parientes ni amigos ni conocidos de innumerable familia extensa. ¿Cómo se habría atrevido?.¿Qué pasaba en su comunidad?. ¿Cómo tendría que sentirse mendigando a un extraño?.¿De dónde era?. ¿Quién le aguardaba?.¿Qué mentiras piadosas contaría de cuando en cuando desde un locutorio cualquiera?.¿Merecía la pena?.

¿Y yo?. ¿Qué coño había hecho?. Como presa de una ensoñación había estirado la mano, cogido el dinero y se lo posé de la mano de la manera más discreta, como tantas veces había visto hacerlo entre amigos. ¿Por qué no le había pedido que se sentara?. ¿De qué íbamos a hablar?. ¿Respondería a mis preguntas?¿Tenía yo el derecho a hacerlas, cual antropóloga inocente a un sujeto-investigado?. ¿Le gustaría el café, el té?. ¿Sería más humillante que le pidiera que se sentara y le invitara a algo de beber y a una conversación que se sentiría obligado a tener, aún sin querer?.

Supongo que él sólo vería en mí lo primero que se ve y es evidente. O tal vez no.

Me comporté como siempre critico que se haga. Hice lo que se esperaba de mí. No lo que realmente quería hacer. No lo que realmente sentía que tenía que hacer. YO, que he leído tanto (y tan orgullosa me siento), que he estudiado todo lo que hay detrás, que he tratado de meterme bajo cada capa de piel, leer entre líneas, comprender lo que a priori me resulta incomprensible, empatizar, luchar por conocer, arrancarme la piel para ver y que me vean...Yo...He sido como cualquier otra persona. Incluso peor porque, en este tema, no soy una ignorante feliz...

Salió por la puerta de la cafetería.

Tal vez incluso hubiese sido peor: una situación incómoda, medio violenta, obligada por mi persistencia, que nada hubiera arreglado o nada hubiera cambiado. Sólo era una gota en el mar. Pero era una gota que estaba a mi alcance. ¿Por mí o por él?.

Sólo sé que me sentí fatal. Terminé mi café de un trago y me fuí yo también.

No es bueno apartarse del mundo aunque no se quiera interactuar en él. No queda otra que mantenerse aunque sólo sea como observador.

¡Vaya mierda de pensamiento para la tarde de un domingo!. Para otra vez, interactúo a ver qué pasa...

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