viernes, 25 de julio de 2014

SIN TÍTULO

Tu voz trata de acomodarse al tiempo y la distancia.

A mí me cuesta horrores que tu nueva imagen se superponga a la que yo he ido atesorando.

Es como hablar con un desconocido.

Tú sientes lo mismo. Ya lo sé.

Tratas de trasmitirme la seriedad de tus pocos años y de formar una barrera invisible que no me permita acceder al hombre que hoy eres. Incluso ahora que ya había aprendido la manera.

Lo único que puedo es pedirte perdón. Pero no me sale decírtelo. ¿Cómo hacerlo? ¿Qué decirte?

Te pregunto banalidades a las que respondes con monosílabos llenos de los gallos típicos de la adolescencia.

Todavía recuerdo cuánto me dolía pensar que los dedos de tus manitas traspasaran los míos.

¿Qué sentir ahora que ya todo tu cuerpo me ha dejado atrás?.


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