jueves, 21 de junio de 2012

LA PUERTA DE NO RETORNO


¿Qué es la puerta del "no retorno"?¿dónde está ?¿en qué momento se cruza?¿es imposible, una vez traspasada, volver atrás?...

Cuando se cruza nunca se vuelve, aunque físicamente puedas coger un avión y regresar. Se queda como una foto fija. Las cosas cambian, el tiempo pasa, unos mueren, otros nacen... pero para nosotros, una vez que pasas el umbral, eso queda tan lejos como si visionaramos un rollo de película. Ya no estamos allí, ya no somos parte de todo eso. Pasa como sin pasar porque para nosotros, aunque reconozcamos el movimiento y seamos parte de él, todo aquello se quedó grabado como una postal, inmovilizado. Seguimos pensando en la gente en la misma edad en que se quedaron cuando partimos, los lugares no han sufrido el paso del tiempo...Si el sol y el cielo siguen siendo los mismos ¿por qué no lo demás?.

Pero ya nada es lo mismo: ni nosotros ni ellos ni los lugares ni los recuerdos...

Por eso me puse a pensar en tantas cosas... y de repente me acordé de esto... Y deseé poder volver y que no pasen 40 años ni tantas cosas que hagan que nunca pueda volver a cruzar esa puerta...


"No lo vió marchar. Ni siquiera fue capaz de sospecharlo.
Se fue como todas las mañanas. Cogió su maletín y se despidió como siempre. Nada. Absolutamente nada diferente. Ningún gesto extraño, ninguna palabra que no correspondiese a ese momento, nada fuera de lugar. La cotidianidad más absoluta. Se comió el pan con manteca sin ningún brillo extraño en los ojos. Su cara era como una máscara. Imposible un presagio sin señales.

Caminó despacio. Iba firme. Ya no había vuelta atrás. Se encontró con algún que otro conocido. Nadie sospechó nada. Saludó, sonrió, preguntó por la salud de los otros y los otros le preguntaron por su salud, preguntó por sus familias y ellos le preguntaron por la suya. Siguió avanzando. Aún debía caminar tanto... Ni siquiera le dio cansancio pensarlo. No quiso calcular los kilómetros. Todo lo llevaba en su cabeza. Se sabía el camino. De memoria. Con una memoria antigua, demasiado antigua.

No lo vió llegar. No se preocupó demasiado. A veces, si se le hacía tarde, encontraba algún lugar para pasar la noche. Tal vez era lo que había pasado esta vez.

No quiso despedirse. Siguió caminando. Eso era lo que tenía que hacer... Caminar, caminar, caminar y después de esto, seguir caminando. Sólo eso. Sin pensar, sin sentir. No importaba el tiempo: era lo único que tenía. Y hasta le sobraba.

No estaba. No había nadie sentado a la mesa a la hora del desayuno. Empezó a preocuparse. Preguntó. Nadie lo había visto. Siguió preguntando. Era como darse contra un muro. Avanzó y siguió preguntando. Le preguntó a todo el mundo, a los conocidos, a los desconocidos, a los vendedores, a los paseantes, a los estudiantes, a los taxistas...Nadie sabía de él. Era como si se lo hubiese tragado la tierra.

No tenía miedo. No iba arrepentido. No habría podido ser de otra manera. Sólo caminar...

La desesperación se le fue metiendo poco a poco en el cuerpo. Subía como un gusano desde los pies, moviendose despacio y deslizandose a través de la sangre a todas sus terminaciones nerviosas. No sabía qué hacer. No había opciones. Todo eran preguntas y no había ninguna respuesta. Volvía a recordar la mañana anterior. Tal vez hubiera habido algo que pasó entonces por alto. Reproducía la película una y otra vez. Todo era tan normal, tan asepticamente normal que incluso le dio miedo. 

Caminar, caminar... Apartando el resto. Caminar...

No sabía dónde acudir. O todos le mentían o todos le decían la verdad. No sabía qué era peor. Lo único cierto era que él no estaba. No sabía dónde estaba. Ni siquiera se lo imaginaba. ¿Estaría bien? ¿Por qué había hecho algo así?¡Qué había pasado?.

Fue cogiendo impulso a cada paso. La seguridad le invadía. Sentía que iba flotando y las fuerzas se le renovaban. 

Ya no quedaban preguntas que hacer ni gente a la que preguntar. Caminaba. Sólo eso. Por si acaso lo veía. Por si lo encontraba por una de esas casualidades brutales que tiene la vida. Seguía caminando. Apenas le quedaban fuerzas...

Miró atrás. No lo tenía previsto. En su imaginación nunca lo vió necesario pero ahora, sobre el momento, necesitó hacerlo. Mirar atrás por última vez. Sólo había puntos de luz. Ya apenas se distinguían. Se apoyó en lo primero que encontró y detuvo su paso por primera vez en días. No pudo evitar que se le cayera una lágrima que atrapó al vuelo con su mano. Había llegado el momento.

Ya no sentía. Se levantaba, vivía, respiraba porque sentía que tenía que hacerlo. Ya no preguntaba. Ya no caminaba.
LLegó entonces la noticia. Alguien le susurró que estaba bien, que sólo caminaba. ¿Hacia dónde?. ¡Qué más daba!. Él estaba bien. No importaba nada más. Ya llegaría. A donde quiera que fuese ya llegaría. Se levantó de un salto. Tenía tanto por hacer... Se le habían atrasado las tareas. Empezó a repartir órdenes. La casa se puso a sus pies. Como siempre. Cuando se dieron cuenta tarareaba por lo bajo una canción. 

LLegaría. Seguro que llegaría. A donde quiera que fuera. Ya se despediría entonces. Ahora no era el momento. Debía seguir caminando"



A MAMA KIANZO (Por todo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario